Page 87 - El judío internacional
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un Estado no-judío conquistado por fuerzas judías. Se citan en los protocolos tres grados del
                  procedimiento. Consiste el primero en la secreta destrucción de la comunidad racial mediante la
                  divulgación de ideas seductoras y disolventes, en cuya labor recúrrese también a elementos no-
                  judíos. Cuando estas ideas han surtido suficiente efecto para destruir a la sociedad, provocando
                  una crisis, aparecen (como ocurrió en Alemania) repentinamente en la superficie aquellas fuerzas
                  que accionaban antes en secreto, toman las riendas y dirigen  la revuelta. Esto ocurrió en Alemania
                  inmediatamente después de la derrota consecutiva al armisticio, pero los alemanes ya hacia tiempo
                  que habían conocido la decisiva influencia de los judíos en todos los altos cargos del Imperio, y no
                  paso así mucho tiempo sin que los hebreos hubieran de desaparecer nuevamente de todos estos
                  cargos públicos. En Rusia también se echaron los judíos de inmediato sobre el poder político y
                  administrativo, y lograron mantenerse en él. Empezó este proceso con la presión ejercida por
                  Kerensky, alias Kirbis, sobre el zar, para que este abdicara, y sigue manifestándose bajo Trotzky,
                  alias Braunstein, cuyos ejércitos rojos rodean la garganta de Europa.

                  Mas la conquista de un país, como se intento en Alemania, y se logro en Rusia, no es aun el
                  objetivo final, según los Protocolos; representa únicamente el principio de su desarrollo
                  públicamente visible. Tiende el kahal-soviet a la total destrucción de la sociedad no-judía, al
                  aniquilamiento completo de toda cooperación y unión, a entronizar un despotismo absoluto,
                  reglamentando exactísima y detalladamente hasta el más pequeño distrito, y lograr así volverse a
                  levantar. Semejante proceder también comprende, naturalmente, la descomposición de la vida
                  industrial, así como el reclutamiento de los no-judíos en el ejercito, y, desde luego, una general
                  disolución de toda moral y de todo orden. Tal es el programa de los Protocolos en su consecuencia
                  última, antes de empezar siquiera con la reconstitución  con la cual se transformara el respectivo
                  país en un Estado judío. No se vio aun en el mundo esta última fase, ni se pretende en Rusia hasta
                  ahora. Si despierta el pueblo ruso del atolondramiento en que cayó, tampoco podrá ofrecérsenos
                  allí. Aunque pregonen voces hebreas que Rusia, Estado soviético, esta bien fundamentada, será
                  Rusia la que habrá de pronunciar la palabra decisiva, y Rusia todavía no hablo. Estremécese hoy el
                  mundo entero ante el despertar futuro de la verdadera Rusia, ante la perspectiva de la terrible
                  venganza que sobre los soviets habrá de tomar.

                  Durante la revolución francesa, el programa convenido en los Protocolos sionistas vio muy próximo
                  su cumplimiento, pero lo aniquilo la depravación moral. En Rusia dio este programa un paso mas
                  hacia su victoria, pero también sucumbirá ante la negación de las leyes morales. La cuestión judía
                  debátase en la actualidad prácticamente en Polonia y Rusia, y las fuerzas judías reciben su apoyo
                  principal desde los Estados Unidos. Nada tiene de extraño, entonces, que los pequeños Estados de
                  la Europa Orienta, en su heroica lucha contra el pulpo judío, tilden a Norteamérica de “Judea”.

                  “Demostraremos nuestro omnipotente poder en un Estado”, expresan los Protocolos. “Para poner
                  en evidencia la esclavitud de los gobiernos europeos infieles, probaremos a uno de ellos nuestro
                  poder mediante la violencia, o con un gobierno terrorista”. (Protocolo 7).

                  Las potencias europeas, una después de otra, se vieron obligadas a retirar sus tropas de Rusia. Uno
                  después de otro, los ministros europeos se dejaron atar las manos frente al problema ruso. Y el
                  mundo entero vióse obligado a presenciar, impasible, la violación de Polonia, al osar resistir al
                  poderío hebreo. Rusia tuvo que pagar extraordinariamente caro el intento de independizarse de los
                  judíos, y ahora le toca el turno a Polonia. Este incendio, tal como lo esperan los judíos rusos, y con
                  ellos muchos judíos de aquí, llegara a inflamar el mundo.

                  Si quisieran los judíos, omnipotentes en el mundo, que se librara Rusia, si desearan que se
                  extinguiera la llama voraz y que terminara la participación de los judíos en los movimientos
                  revolucionarios del globo entero, lo podría lograr en menos de una semana. Lo que presenciamos
                  actualmente en el mundo se hace por voluntad y con plena conciencia de los poderes
                  internacionales judíos. En apariencia no existen indicios de hacer retroceder un movimiento que







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