Page 88 - El judío internacional
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arraiga preponderantemente en los círculos judíos norteamericanos. Esto responde al plan en el
                  punto que expresa: “demostraremos nuestro poderío en un Estado”, y así se hará. Más este
                  “demostrar tiene dos caras: si bien demuestra el poder, descubre al propio tiempo al pueblo que lo
                  ejerce, y es muy posible, al fin y al cabo, que este deseara no haberlo anhelado jamás, ni
                  conseguido, ni utilizado.

                  El que desee comprobar la exactitud del juicio del carácter humano, tal como se refleja este en los
                  Protocolos judíos, que estudie un poco el efecto del bolcheviquismo ejercido sobre si mismo. Es
                  innegable que en todas las capas del pueblo norteamericano no-judío existe cierta especie de
                  admiración por el gran golpe de Lenin y Trotzky, asestado sobre fundamento tan macizo. Su
                  osadía, su aptitud para sostenerse frente a tantas energías contrarias, encontraron
                  involuntariamente cierta aprobación. Conviene con ello comparar el párrafo del Protocolo 10 que
                  expresa: “Sienten las masas cierta simpatía y estima especiales por el genio político violento,
                  exclamando ante todos los hechos audaces: “infame, pero hábil”, “un burdo engaño, pero bien
                  hecho”, “insolente, mas grandioso”. Nosotros contamos con el reclutamiento de todos los pueblos
                  para fundamentar nuestra gran obra. Ante todo debemos asegurarnos los servicios de agentes
                  valientes y audaces, que aparten todos los obstáculos de nuestro camino. Cuando demos nuestro
                  golpe de Estado, diremos al pueblo: “Todo fue mal, todos sufrimos las causas de vuestros
                  sufrimientos, como ser el nacionalismo, las fronteras y las diferencias monetarias. Claro es que
                  podéis juzgarnos como queráis, pero seria injusto si lo hicierais antes de darnos la oportunidad de
                  demostraros lo que queremos y podemos”.

                  Nada de torpe tiene esta idea, y de acuerdo con ella se procedió siempre, y con éxito. Pero por
                  fuerza habrá de manifestarse también un efecto contrario. Los verdaderos causantes, y las reales
                  intenciones del movimiento, que se ocultan detrás del bolcheviquismo, aparecerán inmediatamente.
                  Entonces, como un solo hombre, la humanidad entera, triturara este plan mundial en el preciso
                  instante en que parezca hallarse ante la victoria definitiva.

                  El sistema de kahal soviético ruso será precisamente el que proyectara una luz mucho mas clara
                  sobre el plan mundial judío, como ningún otro intento podría hacerlo. Cinco generaciones fueron
                  viendo y juzgando la revolución francesa bajo la errónea y engañosa luminosidad que muy
                  hábilmente se le supo dar. Se sabe hoy que aquella revolución no fue obra del pueblo francés, sino
                  el crimen de una minoría que pretendió imponer a la fuerza a ese pueblo, el mismo plan que aquí
                  nos ocupa. Y fue precisamente el pueblo el que derribo la Revolución, mal llamada Francesa. Pero a
                  partir de entonces, como resultado de esa rebelión planeada por una minoría perfectamente
                  organizada. Francia no pudo ya librarse jamás del yugo de un dominio hebreo.

                  No pasara la revolución  rusa a la historia con el mismo romántico clamoreo, porque ya sabe el
                  mundo lo que existe de real y verdadero en ella. Se sabrá, también, muy pronto, con que dinero y
                  con que directivas espirituales se planeo y realizo, y de que continente provino el principal impulso.
                  La rebelión rusa es de origen racista, no político, ni económico. Bajo su socialismo mentido, y sus
                  frases hueras de “confraternidad universal” ocultase el plan exactísimamente trazado de un anhelo
                  por el predominio mundial de determinada raza, que nada tiene de rusa, sino que tiende a hollar
                  todo razonamiento sano y los comunes intereses de la Humanidad civilizada.

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                               INFLUENCIA DE LA CUESTION JUDIA SOBRE LA AGRICULTURA

                  La usura ejercida por los judíos con los solares es conocida por todo el mundo; pero no es en
                  absoluto su único programa "territorial". A raíz de la especulación hebrea con la propiedad
                  inmueble, modificóse fundamentalmente el carácter de muchas poblaciones norteamericanas en
                  estos últimos quince años, y en algunas ciudades del Oeste se llego a la comprobación que la
                  reciente alza usuraria de los alquileres fue obra en gran parte de los propietarios judíos. El







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