Page 90 - El judío internacional
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Hasta hace poco tiempo, el judío de Norteamérica, no se preocupo del territorio rural, lo cual es
                  característico en él, ya que el hebreo no es agricultor por naturaleza. Importantes sumas se
                  invirtieron para educarle y encariñarle con la agricultura, pero el trabajo productivo nunca agradó al
                  judío, ni hoy le interesa. Estima únicamente aquella propiedad que encierra oro en sus minas, o
                  que devenga rentas. Un terreno productor de papas o cereales, nunca tiene atractivos para el
                  judío.

                  Cierto es que en países como Polonia o Rumania la cuestión rural identificóse casi siempre con la
                  cuestión judía: mas ninguna ley restrictiva contra la compra de terrenos por semitas fue capaz de
                  impedir la inicua explotación de provincias enteras por usureros judíos. Y no es precisamente la
                  predilección de los hebreos por el arriendo de fincas, sino que también prefirieron subarrendarlas a
                  los demás. Con tapujos y por intermedio de testaferros no-judíos supieron siempre adueñarse del
                  país, dominando en esa forma a los habitantes, y creando las condiciones de vida que a ellos les
                  conviniera sin escrúpulo alguno. Es este, entonces, el verdadero aspecto de la cuestión judía en
                  aquellos países. La compra de terrenos no comporta para ellos cultivar la tierra, sino que constituye
                  un medio para adueñarse de la principal fuente de riqueza en los países preferentemente agrícolas,
                  y de apartar subrepticiamente a la masa popular a sus dueños naturales.

                  En naciones donde existe una aristocracia espiritual innata, en la que reconoce sus conductores, la
                  masa popular, persiguió siempre el plan judío la doble finalidad de eliminar la jefatura,
                  adueñándose de la propiedad rural. Esto por un lado tiene sus ventajas, pero al estudiar a fondo la
                  ejecución de este plan, se comprende que aparecen también otras ventajas, aparte de la del simple
                  lucro. Lo mas refinado en todo el plan judío para el predominio mundial, consiste en que la
                  ejecución de dicho plan no requiere sacrificios, como ocurre en la realización de otros grandes
                  proyectos, sino que este plan, en cada una de sus fases, va aportando al propio tiempo grandes
                  ganancias a sus ejecutores; tan es así, que cuanto mayor es la utilidad que se va obteniendo, tanto
                  mas seguro aparece el éxito final.

                  Cuando la conquista del país norteamericano, no existía aquí una aristocracia para eliminar. La
                  actividad hebrea se limito, pues, hasta poco ha, al "control" de los productos rurales después de su
                  recolección. Los intereses hebreos, por así decirlo, se dirigen no a la caza de los animales, sino al
                  intercambio comercial de sus pieles.

                  Y hablando de peletería, es gracioso observar a veces como tiene lugar las cosas. Durante la guerra
                  se protesto mucho por la preponderancia alemana en nuestro comercio de pieles. Cierto es que
                  todo este ramo comercial fue dominado siempre desde Alemania: pero no por alemanes, sino por
                  judíos. Se realizaron grandes esfuerzos para reconquistar todo este ramo comercial "alemán", para
                  expropiarlo, y trasferirlo a propiedad "norteamericana". Pero los norteamericanos que adquirieron
                  estas propiedades fueron también judíos. Vale decir que la propiedad en si no cambio en nada, sino
                  que los beneficios, antes como después, fueron a dar a los bolsillos de los "internacionales".

                  Pero la peletería no es más que un ejemplo típico. El interés hebreo jamás va dirigido a cosechar el
                  trigo, sino a comerciar con ese cereal. Lo que en los Estados Unidos es de perentoria necesidad, es
                  un "Índice de financistas judíos", para que el público pueda consultarlo y establecer procedencias al
                  enterarse de la noticia de que fulano de tal ordenó un cierre de venta de cereales, o provoco la
                  formación de colas ante las tahonas. Estos financistas, que se apoderaron de los bienes producidos
                  por norteamericanos, y que después obligan al consumidor norteamericano a pagar, pagar, y otra
                  vez pagar, han podido desarrollar su infame piratería a la luz del día, gracias a la absoluta ceguera
                  del público yanqui, pendiente de los relatos en sus diarios. Porque si bien nuestros diarios expresan
                  buenamente que este o aquel de dichos piratas es italiano, o polaco, o inglés, jamás, en cambio,
                  dirán que es judío. En cada población, grande o chica, existe una organización hebrea al efecto de
                  evitar tales publicidades, y esto llega a lograrse por medios tan violentos, que al ideal







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