Page 92 - El judío internacional
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Londres y Nueva York están perfectamente enterados, aunque los periodistas y rabinos judíos nada
                  sepan de ello. Algunos comerciantes conocieron perfectamente este desarrollo, y otros, arrastrados
                  por la fuerza de los acontecimientos, tuvieron que prestarle su ayuda; mas sin que pudieran darse
                  cuenta de su importancia.  Hace muy poco tiempo que se les abrieron los ojos a  los comerciantes
                  norteamericanos no-judíos de mayor importancia en lo referente al sentido interior de ciertas
                  corrientes. Fue la guerra lo que favoreció mucho esta comprensión.

                  Esos raros documentos llamados "Protocolos", con su firme intento de sujeción de todos los
                  elementos vitales, tampoco omiten lo que se refiere al suelo. El programa esta contenido en el 6º
                  Protocolo, uno de los más breves, y que aquí reproduciremos integro, a fin de comprobar su
                  relación con lo dicho anteriormente.

                  Dice el sexto Protocolo:

                  "Iniciaremos pronto la fundación de potentes monopolios, formidables recipientes de riquezas, de
                  los que hasta dependerán en cierto grado las mayores fortunas de los infieles, de modo que todas
                  ellas, al siguiente día de la catástrofe política, hundiránse tan irremisiblemente como lo hará el
                  crédito del Estado. Los economistas presentes deben comprender a fondo la gran importancia de
                  este plan. Por todos los medios encarecemos convenientemente la importancia de nuestro súper-
                  gobierno, mostrándole como protector y bienhechor de todos cuantos se nos subordinan
                  voluntariamente.

                  "Está eliminada la aristocracia de los infieles, como la potencia política. No es preciso contar con
                  ella. Mas en su condición de terratenientes nos son en cierto grado moles os, po  cuanto así t  r
                  quedan independientes de nosotros en su vida material. Por ello es preciso que les arrebatemos sus
                  propiedades. Consiste el mejor medio para ello en el aumento de las contribuciones, o en el de las
                  cargas hipotecarias. Tales medidas convertirán irremisiblemente a los terratenientes en
                  dependientes nuestros. Imposibilidades de mantener su vida de lujo con herencias demasiado
                  reducidas, muy pronto desaparecerá y por completo, la aristocracia de los infieles.

                  "Al propio tiempo deberán favorecerse enérgicamente el comercio y la industria, y en particular la
                  especulación, como ocupación que contrarresta a la industria independiente. Sin la especulación,
                  recibiría la industria un aumento del capital privado, y por lo tan to, mejoraría la situación de la
                  agricultura en forma que la propiedad inmueble se libre del yugo de los bancos hipotecarios. En
                  cambio, la industria deberá absorber de la tierra llana, no solo los operarios, sino el capital que,
                  unido a la especulación, juntara el capital del mundo entero en nuestras manos, y así todos los
                  infieles volverán a hundirse en el proletariado mundial. Tendrán entonces que inclinarse ante
                  nosotros si quieren seguir viviendo.

                  "A fin de destruir entre los infieles toda vida comercial sana, deberemos despertar en ellos la sed
                  de toda clase de lujos para llevarles a la especulación. Conseguiremos mediante la violencia si es
                  necesario, aumento de jornales; pero estos no bene ficiaran a los infieles, porque al mismo tiempo
                  provocaremos un alza de precios para todas las necesidades de la vida, con el pretexto de que esto
                  es consecuencia de una crisis de la agricultura y la ganadería. Socavaremos, además, artificiosa y
                  hondamente las raíces de toda labor productiva, contribuyendo a la propagación de ideas
                  anarquizantes entre los trabajadores propios e incitándoles al abuso del alcohol. Al propio tiempo
                  haremos que desaparezcan del país las "inteligencias" entre los infieles.

                  "Para que la verdadera situación no se descubra antes de tiempo por los infieles, la disfrazaremos
                  con aparentes esfuerzos en favor de las clases obreras, provocando clamorosas contiendas entre
                  distintos principios, por las que nuestros economistas teóricos desplegaran activísima propaganda".

                  Pero no queda con esto agotado el programa, sino que va mucho más lejos. El judaísmo incluso







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