Page 91 - El judío internacional
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norteamericano de libertad le van cavando la sepultura.

                  Se limito el plan en Norteamérica, hasta hace poco tiempo a acaparar las mercaderías entre el
                  productor y el consumidor, precisamente en aquel punto donde se le podía extraer la mayor
                  ganancia posible, dominándolas así en absoluto. Pago el pueblo su dinero, no por un servicio útil y
                  necesario, sino exclusivamente por el secuestro realizado astutamente por los intermediarios.

                  Apareció en Norteamérica otra nueva rama comercial. El oro judío se invierte en la compra de
                  enormes extensiones de terrenos norteamericanos. Otrora se conforman con el "control" del
                  algodón, como también lo ejercen sobre el pan nuestro de cada día, pero recientemente se
                  manifiesta la intención de comprar terrenos algodoneros. Se ocultan estas operaciones muy
                  cuidadosamente, utilizándose casi siempre en ellas testaferros no-judíos; pero siguiendo todas las
                  huellas borrosas, al fin se tropieza con el judío internacional, cuyo trono actualmente esta asentado
                  en Londres.

                  Numerosos judíos escribieron a nuestro diario, el Dearborn Independent, que nada sabían acerca
                  de estos planes tendientes a un predominio mundial de la raza hebrea. Consiste precisamente uno
                  de los objetos de la presente publicación, dárselos a conocer. Pero es indudable que cada judío
                  siente intima satisfacción por la marcha de su raza hacia la hegemonía mundial. Se basa el judío
                  internacional sobre este sentimiento, y puesto que el mismo prevalece, en ello halla el plan
                  internacional su mayor garantía de éxito, unido a un mínimo de riesgo. No es la democrática la
                  forma innata del judaísmo constituido en Estado, sino la arbitrariedad autocrática. Cierto es que el
                  hebreo individualmente ignora todo esto, más ¿por qué se enoja con la persona que se lo dice? El
                  judío que intencionadamente no cierra los ojos ante las razones expuestas en esta obra, hallara en
                  su fuero intimo las suficientes aprobaciones a lo aquí dicho, estando así mejor que nadie en
                  condiciones de colaborar en la solución de la cuestión judía.

                  Admirando verdaderamente el concepto de responsabilidad periodística, que documentan ciertas
                  personas, leímos la reproducción de algunos de nuestros capítulos. So pretexto de traducciones, y
                  especialmente en una lengua mezcla de hebreo y alemán, se repartieron profusamente entre los
                  judíos que no dominan el inglés, reproducciones de nuestra obra, que no solamente no coinciden
                  absolutamente en nada con el original, sino que hasta contienen capítulos enteros que jamás
                  aparecieron en nuestra obra. ¿Temen acaso estos traductores, que el judío común se entere de la
                  verdad expuesta en nuestra obra? Todas aquellas personas que ansían realmente una solución de
                  la cuestión judía en Norteamérica, no tiene pues, mas deseo que cada judío de los Estados Unidos
                  conozca detallada y cabalmente nuestra labor de publicistas, pues hace ya bastante tiempo que el
                  pueblo hebreo es miserablemente engañado por sus dirigentes.

                  Conste, entonces, que existe una tendencia neta y ya bastante adelantada de reunir la propiedad
                  de los terrenos algodoneros norteamericanos en manos hebreas. Consistió el primer paso hacia
                  este fin, en hacer bajar hasta su extremo posible el precio de dichos terrenos. Fue ejercida la
                  presión necesaria por ciertos Bancos, que limitaron paulatinamente los créditos solicitados por los
                  cultivadores de algodón. Se les manifestó que si ampliaban la extensión de los cultivos se les
                  cortaría todo crédito. El objeto fue que disminuyeran los precios de los terrenos, en tanto que, al
                  mismo tiempo, aumentaba el del algodón. El beneficio de esta doble operación no lo recaudaban,
                  claro esta, los algodoneros, sino aquellos que manejaban el algodón desde su recolección hasta el
                  ultimo consumidor. La renta del cultivo del algodón disminuyo, mientras que la especulación con los
                  productos se tornó mucho más lucrativa. El gran público vióse precisado a pagar el dinero
                  necesario, con el que los amos del mercado internacional pudieron adquirir los terrenos del cultivo.
                  Al fin de cuentas, resulto más ventajoso que los cultivadores vender los terrenos algodoneros, y no
                  el algodón.

                  Demos preferente atención a esta venta de terrenos algodoneros. Los financistas hebreos de







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