Page 94 - El judío internacional
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desarrollo este sexto Protocolo a la vista de todos los que quisieron ver, y sigue aun
manifestándose en nuestra vida!
Los hacendados de Estados Unidos habían empezado en una forma eficacísima a ser
independientes de las potencias financieras. Su gran ventaja consiste precisamente en que el
hacendero, siendo terrateniente, permanece independiente en su vida material. El suelo le
alimenta, sin importarle que ello agrade o no a aquellas potencias financieras. Su posición es
inatacable, en tanto luzca el sol y cambien las estaciones del año. Por eso, algo debió ocurrir que
alterara tal floreciente independencia. Se le crearon a este objeto mayores dificultades que a nadie
al solicitar créditos, si no estaban apoyados por una garantía hipotecaria. Los obreros fueron
seducidos para que abandonaran la tierra y se congregaran en las ciudades. A la agricultura se la
llamo "atrasada" y "egoísta", de modo que los hijos de los agricultores se avergonzaran del trabajo
de sus padres. Los sindicatos cerealistas que trabajan en contra del interés de los productores,
funcionan bajo la directiva de hebreos. Al comparar lo que actualmente va ocurriendo en la
agricultura con lo que a este respecto se halla escrito en los Protocolos hebreos, parece que para el
hacendado norteamericano ya va siendo tiempo de ocuparse de estos problemas.
Quien trata de explicar seriamente la cuestión judía a otras personas no-judías, oye decir a menudo
que la amplitud de la conspiración esbozada en los Protocolos es tan enorme, que perturba la
mentalidad no-judía. Los no-judíos carecen de las cualidades necesarias para conspirar. No se halla
en situación de proseguir larga y constantemente el hilo rojo aun a través de situaciones
dificultosas y embrolladas. La sistemática complejidad de los Protocolos judíos fatiga el espíritu de
los no-judíos. Precisamente esta circunstancia, y mucho más la osada del plan, envuelve en gran
peligro de que el programa llegue finalmente a realizarse. La lenti ud psíquica de los no-judíos, es t
el más poderoso aliado del plan mundial hebreo.
Si el no-judío hace muchas veces algo por una razón, el judío, en cambio, hace a menudo algo por
tres o cua tro razones. Puede el no-judío, en último caso, comprender por que los financieros judíos
pretenden adueñarse de la propiedad rural, para evitar así una indemnización de la agricultura, que
puede serles molesta. Esta razón es evidente. Pero existe una segunda. Se la halla en el Protocolo
12, y tiende nada menos que a enfrentar en la gran lucha futura la tierra llana y las ciudades.
Absoluta dominación de las ciudades por medio de la palanca industrial, y de la tierra llana
mediante la del crédito hipotecario. Así, el dirigente oculto tiene la doble facultad de decir a la tierra
llana que las ciudades tienen estas o aquellas pretensiones injustas, o de irritar al ciudadano contra
el campesino, en quien se acumulan injusticias de cualquier índole. De esta manera se rompe el
lazo natural que existe entre el campo y la ciudad, y se alzan mutuamente el uno contra la otra.
Adviértase la claridad y la osadía, y al mismo tiempo la fría seguridad con que ha sido ideado todo
este plan. "Alcanzan a mucho nuestros cálculos, particularmente en los distritos rurales. Deberemos
despertar allí tales intereses y anhelos, que se dirijan contra la gente de las ciudades, denunciando
aquellos, en cambio, a los ciudadanos de tendencias ambiciosas para tornar independientes las
provincias de las ciudades. Resulta evidente que la fuente de todo ello es una y la misma: radica en
nosotros. Antes de haber logrado la plenitud del poder deberemos dirigir las cosas de tal modo, que
de vez en cuando se sometan las ciudades a la influencia de los distritos rurales, lo que quiere
decir, naturalmente, de los agentes que tenemos allí".
Se nos presenta aquí un ejemplo típico. Se subleva arteramente la provincia contra la ciudad, para
que al fin de cuentas, los conspiradores vean cual de las dos es más apta para cooperar
definitivamente en la realización del programa judío. En Rusia se realizan ambas pruebas. El viejo
régimen, que todavía domina en las ciudades, fue inducido a deponer sus poderes, con el pretexto
que los campesinos así lo querían. Cuando los comunistas tuvieron las ciudades en su poder se
sojuzgo a los aldeanos con el pretexto que esta era la voluntad de las ciudades. Primero
escucharon las ciudades la voz de las provincias, y ahora la provincia obedece ciegamente a la de
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