Page 101 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
Quiere mandar mis escritos a algunos príncipes alemanes. Ha si-
do perceptor en el palacio del Gran Duque de Bade, conoce al em-
perador de Alemania y cree poder obtener una audiencia para mí.
16 de marzo de 1896.
Por la tarde escuché de X. Toda la burla vulgar de los judíos de su
círculo que no entienden “por qué, en mi situación, he emprendido
esta obra, sin tener necesidad de ello”. Le respondí con las palabras
del profesor León Kellner: “Hay judíos que viven del judaísmo y otros
que viven para el judaísmo”.
17 de marzo de 1896.
El Dr. Beck, médico de casa de mis padres, me examinó y compro-
bó una enfermedad cardíaca provocada por el exceso de excitación.
No puede comprender por qué me preocupa el problema de los
judíos; tampoco los miembros de su sociedad lo pueden comprender.
Los tres hermanos Marmorek comunican, con cierta solemnidad,
su adhesión a mi movimiento.
21 de abril de 1896.
He terminado hoy la carta a Nordau, comenzada ayer. Entre ayer
y hoy ha muerto el Barón de Hirsch en su estancia en Hungría. Só-
lo me enteré una hora después de haber expedido la carta a Nordau,
que debo anular telegráficamente. ¡Pero qué extraña coincidencia!
Hace ya meses que el folleto está terminado, lo he enviado a todo el
mundo excepto a Hirsch, y el día que me decido hacerlo, él muere.
Su participación hubiera contribuido enormemente al éxito de nues-
tra causa.
Su desaparición es, en todo caso, una gran pérdida. Entre los ju-
díos ricos era el único que quería realizar algo, realmente grande pa-
ra los pobres. Tal vez no me porté bien con él. Tal vez debí escribir
la carta a Nordau catorce días antes. Nuestra causa me parece hoy
día debilitada, porque jamás renuncié a la esperanza de ganar a
Hirsch para nuestra causa.
Pensaba partir mañana a Budapest y he aquí que Hechler me lla-
ma a Karlsruhe.
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