Page 17 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
            Norteamérica un Estado Judío, que llevaría el nombre de “Ararat”.
            Moshé Hess, el primer sionista socialista y camarada de Karl Marx,
            aspiraba a un Estado Judío en Eretz Israel según la doctrina mosai-
            ca, o sea, sobre bases socialistas. El joven Lasalle pretendía marchar
            a la cabeza del pueblo judío y conquistar Eretz Israel. Los escritores
            hebreos Peretz Smolenskin, David Gordon y muchos otros, predica-
            ban calurosa y constantemente la idea del retorno a Sion. Desde el
            punto de vista de profundidad del pensamiento y fuerza de expre-
            sión, hay que colocar, sin duda alguna, a León Pinsker al frente de
            los precursores del pensamiento sionista. Su folleto “Autoemancipa-
            ción” sigue siendo, hasta hoy, la principal obra clásica en la literatu-
            ra sionista. Por su visión clara y cruel del problema judío, por su aná-
            lisis profundo y acerbo  de la vida del pueblo y de su posición en la
            diáspora, por su estilo enérgico, exhaustivo y exacto, no tiene igual
            en todo lo que se escribió antes y después de él.
               En honor a la verdad, todos ellos tampoco renovaron nada en lo
            que respecta al ideal sionista. El anhelo del pueblo judío de alcanzar
            nuevamente su independencia y soberanía en la Patria de sus ante-
            pasados, no cesó en ningún momento desde que abandonó su solar
            milenario, e índice de ello lo constituye el hecho de que tres veces al
            día eleva el judío sus preces por el retorno a Sion.
               Pero Herzl fue el primero, y es ésta su grandeza histórica, que su-
            po infundir nuevos ánimos, ansias y voluntad de realización, apro-
            vechando la fe y las nostalgias del pueblo judío por un renacimiento
            político, y los puso en práctica apoyado por su fuerza de expresión
            primaria y directa, propia de un visionario de clara mirada, y más
            aún gracias a sus facultades de arquitecto estatal, puestas de mani-
            fiesto en la organización del Congreso Sionista, en la erección de la
            Organización Sionista y sus instancias y en la movilización del pue-
            blo judío como factor político, nacional e internacional.
               Herzl conocía, como ningún otro de sus antecesores, el misterio
            de la realización histórica. Él descubrió, en sí mismo  y en el pueblo
            judío, el secreto de la acción política. Herzl convirtió al pueblo judío,
            por vez primera desde que comenzó a peregrinar por el mundo en-
            tero, en una fuerza y factor político, en una fuerza creadora y gue-
            rrera, en una fuerza capaz de rehacer su destino histórico gracias a
            su voluntad y a sus esfuerzos.


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