Page 20 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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EL ESTADO JUDÍO
Al presentarse, en 1902, en Londres ante la “Comisión Real pa-
ra la Inmigración de Extranjeros” del gobierno británico, explicó
Herzl las causas que motivaron el fracaso del ensayo colonizador del
Barón Hirsch en Argentina, y así se expresó: “La causa del fracaso
fue la siguiente: Cuando un individuo aspira a la colonización, es ne-
cesario que posea un estandarte y un ideal; es imposible realizar algo
así con la sola ayuda del capital. Y como no existían allí ni un estan-
darte ni un ideal, no podía de ninguna manera tener éxito. No pue-
de forjarse con dinero un movimiento que abarque grandes masas.
Hay que arraigar en ellas la fe en su futuro, y entonces se obtendrá
también dedicación y abnegación para el trabajo más rudo”.
Y así como Herzl supo apreciar la fuerza motriz de las aspiracio-
nes e ideales que laten en el corazón de las multitudes, comprendió
también el factor histórico del sufrimiento de las masas. Él sabía
que el sufrimiento faculta a los seres humanos a sobreponerse a obs-
táculos que en condiciones normales se considerarían insalvables, y
que justamente como consecuencia de opresión y vejaciones, los in-
dividuos son capaces de realizar actos tales, que no sería posible lle-
varlos a cabo de no existir dicho factor especial.
Inmediatamente después del Primer Congreso Sionista, en 1897,
anotó Herzl en su diario estas palabras inmortales: “Si debiese reu-
nir el Congreso de Basilea en una única frase que, por precaución,
no la daré a conocer, ella sería la siguiente: En Basilea fundé el Esta-
do Judío. Si dijese esto en alta voz, se echarían todos a reír. Pero
dentro de cinco años, o en todo caso dentro de cincuenta, recono-
cerán todos dicha verdad”.
¿Por qué se hallaba Herzl convencido de que había fundado en
Basilea el Estado Judío? En su diario proporciona la respuesta a di-
cho interrogante: “El Estado se basa en la voluntad del pueblo por
conseguirlo”. Herzl fecundó y puso en marcha la voluntad y las an-
sias del pueblo por un Estado, y con ello abrió nuevos cauces en la
historia judía.
“Poseemos la capacidad de crear un Estado modelo”, proclamó
Herzl en el año 1896, aún antes del Primer Congreso Sionista. “De-
seamos poner en práctica, en el Estado Judío, los últimos ensayos e
innovaciones y aun perfeccionarlos. Y así como la jornada de labor
de siete horas constituye un ensayo que redundará en beneficio de la
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