Page 24 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
            nada me demuestra que pueda ser puesta en movimiento. Y aun si
            yo viera surgir confederaciones de Freiland´s, lo tomaría a broma.
               El presente esbozo se basa, por el contrario, en la aplicación de
            una fuerza impulsora existente en la realidad. Indico, tan solo, los en-
            granajes y las ruedas de la máquina que ha de ser construida, y lo ha-
            go con toda modestia, señalando mi incapacidad y confiando en que
            habrá mejores mecánicos que yo que sepan realizar la idea con ma-
            yor precisión.
               Se trata ahora de saber en qué consiste la susodicha fuerza impul-
            sora; y bien, ésta resulta de la miseria en que viven los judíos.
               ¿Quién se atrevería a negar la existencia de esta fuerza? Nos ocupa-
            remos de ello en el capítulo referente a los motivos del antisemitismo.
               Se conocía también la fuerza del vapor, que se originaba en la pa-
            va, por la ebullición del agua que levantaba la tapa. Este fenómeno
            de la pava es idéntico a las tentativas sionistas y otras muchas formas
            de defensa contra el antisemitismo.
               Digo, pues, que dicha fuerza, bien empleada, es lo bastante pode-
            rosa como para poner en movimiento una gran máquina y contribuir
            al adelanto de hombres y fortunas.
               Estoy profundamente convencido de que tengo razón, aunque no
            sé si se me la dará en el transcurso de mi vida. Los primeros, los que
            inician este movimiento, difícilmente verán su glorioso fin. Pero el
            solo hecho de haberlo iniciado llena su ser de orgullo y de la dicha
            de la libertad interior.
               Para preservar este esbozo contra la sospecha de utopía, seré par-
            co en los detalles pintorescos de la descripción.
               Supongo, además, que una burla insensata tratará de restar im-
            portancia a todo lo que esbozo, caricaturizándolo. Un judío, perso-
            na muy responsable por lo demás, cuando le expuse el asunto opi-
            nó que: “los detalles futuros expuestos como si fueran reales, eran
            indicios de utopía”. Lo cual es falso. Todo ministro de hacienda in-
            cluye, en los cálculos del presupuesto nacional, cifras futuras y no
            solamente las que ha deducido del término medio de los años an-
            teriores o de las rentas fiscales de otros Estados, sino que hace fi-
            gurar cifras de las que no existen precedentes, como por ejemplo,
            la introducción de un nuevo impuesto. Solamente no habiendo vis-
            to nunca un presupuesto se puede ignorarlo. ¿Será considerada


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