Page 23 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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Prólogo








            El pensamiento que desarrollo en este escrito es antiquísimo, a sa-
         ber: el restablecimiento del Estado Judío.
            El mundo resuena con el clamor contra los judíos, y esto despier-
         ta ese adormecido pensamiento.
            Ante todo es necesario que se tenga bien en cuenta, en cada
         punto de mi exposición, que yo no invento nada. No invento ni la
         situación de los judíos, que es el resultado del desenvolvimiento
         histórico, ni los medios para remediarla. Los elementos materia-
         les para la obra que esbozo existen en la realidad, saltan a la vis-
         ta; cualquiera puede convencerse de ello. Si se quiere designar
         con una palabra este intento de solución del problema judío, ésta
         no ha de ser “fantasía” sino, a lo sumo, “combinación”.
            En primer lugar es menester que defienda mi esbozo contra el re-
         proche de utopía. De esta manera evito a los críticos superficiales co-
         meter una necedad. No sería una vergüenza el haber escrito una uto-
         pía filantrópica. Hubiera podido esperar un éxito literario más fácil,
         de haberle dado, a este plan, la forma irresponsable, por así decirlo,
         de una novela para solaz de los lectores. Pero no se trata de una
         amable quimera, al estilo de las que se han producido, con tanta
         abundancia, antes y después de Tomás Moro. Creo, sin embargo,
         que la situación de los judíos en diversos países es lo bastante crítica
         como para que resulten superfluas toda clase de consideraciones frí-
         volas puestas a guisa de introducción.
            Con el fin de hacer notar la diferencia entre mi construcción y una
         utopía, elijo un interesante libro de los últimos años: Freiland (País
         libre) del Dr. Teodoro Herzka. Es una fantasía pletórica de imagina-
         ción surgida de un espíritu completamente moderno y compenetra-
         do con las teorías económico-políticas y, por otra parte, tan alejado
         de la realidad como la montaña ecuatorial en la que está situado ese
         Estado imaginario. Freiland es una complicada maquinaria con mu-
         chos engranajes y ruedas que hasta llegan a ajustarse entre sí, pero


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