Page 19 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
               Al considerar al pueblo judío como pueblo, reconoció Herzl, y
            en él fue posiblemente el primero en la historia de la dispersión
            de Israel, que son posibles las relaciones  recíprocas entre el pue-
            blo judío y los demás pueblos, siempre que éste se organice como
            pueblo y obre como tal. Herzl llegó a la conclusión revoluciona-
            ria, que hoy nos parece natural y hasta trivial, que el pueblo judío
            es como todos, aunque su situación sea más desventajosa que la
            de cualquier otro. Pensaba que “Un pueblo puede salvarse sólo
            gracias a sí mismo”, y que “el problema judío puede ser solucio-
            nado únicamente por medio de los judíos”. Y justamente por ha-
            ber llegado Herzl a la conclusión de que el problema judío es un
            problema internacional, y que la creación del Estado Judío es una
            necesidad internacional, pudo captar la profunda y simple verdad,
            que solamente movilizando la voluntad, el peso y las posibilidades
            del pueblo judío, se puede conseguir la ayuda de otros pueblos en
            el proceso de resurrección del Estado Judío.
               Sobre dos detalles basó Herzl su confianza en la materialización
            del sionismo: el sufrimiento de Israel, y la visión sionista. Como to-
            dos los grandes libertadores en la historia de la humanidad, conocía
            Herzl el secreto histórico, que la angustia y los vejámenes de multi-
            tudes no constituyen necesariamente la fuente de aflicciones, debili-
            dad y atrofia, sino que son capaces de convertirse en fuente de vigor
            y fuerza, de heroísmo y elevación espiritual, siempre que se les aña-
            da un ideal redentor y liberador, que haga rebelarse a los que su-
            fren contra su miserable destino, y que sus dolores y suplicios sean
            encauzados hacia moldes de lucha y creación.
               Cuando Herzl escribió su folleto “El Estado Judío” y exigió el ins-
            trumento primario del sionismo político, el Congreso Sionista Mun-
            dial, no conocía el ambiente judío en los países de Europa Oriental,
            ambiente empapado de tradición, educación y contenido judío posi-
            tivo. Tampoco conocía aún los lazos internos, profundos e indivisi-
            bles, reinantes entre la nación y su patria milenaria, y le eran extra-
            ños los tesoros creativos ocultos en el seno del pueblo de Israel. Pe-
            ro lo que desconocía en el campo judío, lo suplía con la intuición ge-
            nial, con su comprensión de la naturaleza humana, y sabía lo que son
            capaces de hacer judíos que sufren, cuando se les da un ideal nacio-
            nal de libertad y redención.


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