Page 9 - La Cocina del Diablo
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-      ¿Qué viene el alquitrán a hacer aquí? preguntó Sten.
         -      ¡Oh! Es una substancia relevante! Casi todos los venenos de la alimentación provienen del alquitrán
         de hulla. Yo he creado una organización mundial que se encarga de hacer intervenir el alquitrán de hulla sin
         llamar la atención. La estructura grandiosa de la industria química está basada sobre el alquitrán. Este ejerce
         su influencia en todos los aspectos de la vida doméstica, del artesanado, de la industria y particularmente en
         la preparación de falsos remedios.
                “Del alquitrán se extraen más de 1,600 colorantes y 10,000 productos farmacéuticos. Su acción es
         irritante y ataca en forma selectiva ciertos tejidos orgánicos”.
                “Aquellas personas que han vivido, aún por poco tiempo, en fábricas donde se trabaja el alquitrán, sin
         entrar  en  contacto  directo  con  dicha  substancia,  sufren  de  comezón,  de  inflamaciones,  de  excrecencias
         cutáneas que se extienden en profundidad y se tornan purulentas”.
                “Como Ud. sabe señorita, los médicos han constatado en estos últimos años, una frecuencia cada vez
         más creciente de cánceres debidos a los alquitranes, a la pez, a la parafina, a la anilina, a la vaselina y al
         antraceno”.
                “Los  animales  de  esta  sala  son  tratados  tres  veces  por  semana,  durante  4  meses,  con  diferentes
         productos de esta familia. Después de este lapso de tiempo, el cáncer está formado. 60% de estos animales
         mueren antes de que el cáncer ya sea bien aparente. Ellos presentan anemia, pierden fuerzas; sus hígados y
         riñones sufren una degeneración”.
                Mientras Azo les ofrecía muchas explicaciones, recorrieron algunas salas llenas de pobres animales
         de ojos tristes y de aspecto lastimoso.
                De repente Azo mira el reloj.
         -      Ya van a ser las 10 de la mañana, dijo. Es la hora en la que los espera mi colega Morf, al cual Uds. ya
         conocen bien. El debe tomarlos a  cargo para una rápida revisión  general de lo que  ya les  enseñó en una
         sesión precedente de estudios.
                Volvieron a tomar el ascensor y se dirigieron de nuevo hacia la gran oficina directorial donde Morf
         los esperaba. Se saludaron cordialmente y se acomodaron en los grandes sillones de la oficina.
                Morf comenzó su reporte sin preámbulos:
         -      Dentro  de  lo  que  se  llama  el  “medio”  de  un  ser  viviente,  la  alimentación  representa  un  factor  de
         primer orden; depende de la alimentación para que la vida sea sana o malsana, que ella se prolongue o que
         llegue a su fin. Donde quiera que una sociedad humana se haya alimentado simple y naturalmente, en virtud
         de antiguas tradiciones, se ha visto florecer la salud y las cualidades morales más relevantes. Por el contrario,
         la degradación de los alimentos conduce a una degeneración del hombre. Yo hago que la gente crea que la
         alimentación sólo sirve para saciar, --¡qué error tan ingenuo!
         -      Y entonces, ¿para qué otra cosa sirve? preguntó Alfred.
         -      El cometido de la alimentación es mantener al ser viviente con vida y en buenas condiciones de salud,
         respondió Morf.
         -      Para eso, hay médicos y farmacéuticos, dijo el técnico con un aire de superioridad.
                Morf enunció muy lentamente:
         -      Saben Uds. que esta opinión, que emana de un hombre que se cree culto lo arroja a un nivel bastante
         inferior al de un hablador? El camino de la salud no pasa por el laboratorio del farmacéutico: pasa por la
         cocina.
                El demonio de la buena comida expone enseguida que su tarea ha sido considerablemente facilitada
         por la debilidad, la tontería, la glotonería del hombre.
         -      La realización de mi programa comprende un empobrecimiento del organismo humano en vitaminas,
         fermentos, oligo elementos, celulosa, clorofila, aminoácidos y ácidos grasos. ¡Miren la pantalla!
                Morf se acercó a un tablero. Manipuló algunas palancas, movió unos botones y explicó:
         -      Uds. ven al Dr. Weston A. Price, un dentista de Ohio, el cual se dirige por tercera vez donde M. Jhon
         B. Hatvany, director de uno de los trusts lecheros más importantes de América del Norte.
                El Doctor Price hablaba:



         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                 8
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