Page 14 - La Cocina del Diablo
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comprometido a los dientes. Sino que también ha modificado la forma del rostro, favorecido la tuberculosis y
         convertido los partos en más difíciles. Le voy a llamar de nuevo a fin de que venga a completar su primer
         informe.
                Morf marcó un número en el teléfono, dio algunas órdenes breves y, un minuto más tarde, Karine
         entraba en la oficina.
                Alfred preguntó a Morf.
         -      ¿Las consecuencias que Ud. señala pueden ser realmente resultado de un cambio en las costumbres
         alimenticias? La alimentación no es sin embargo que un detalle …
         -      ¡No es del todo un detalle! Todo aprendiz de albañil sabe que el hormigón no es duro ni sólido si no
         tiene una cierta composición. Cuando se reemplaza por arena la mayor parte del cemento, se tiene un buen
         derecho a ser multado por imprudente …
                “Karine ya les ha contado la maldición que se cirnió sobre los pueblos primitivos, cuando el hombre
         blanco les aportó sus conservas, su harina blanca, sus mermeladas y sus salchichas. Por favor, observen estas
         imágenes”.
                Iluminó el ecran y mostró una reservación de Indios de Winnipeg. Karine hizo el comentario:
         -      El  paisaje  es  maravillosamente  bello.  Las  casas  de  los  indios  han  sido  construidas  hace  40  años.
         ¡Miren  esos  hombres!  Se  arrastran,  embrutecidos  de  aquí  para  allá.  La  civilización  los  ha  convertido  en
         enfermos.  ¡Miren  esos  niños  que  juegan!  Nueve  sobre  diez  sufren  de  caries  dentales.  Ese  gran  edificio
         blanco,  de  techo  plano  es  el  hospital.  En  la  época  que  se  creó  apenas  había  enfermos.  Actualmente  está
         principalmente  ocupado  por  mujeres  a  punto  de  dar  a  luz.  La  alimentación  deficiente  de  las  ciudades  ha
         estrechado su pelvis. Las madres de estos niños iban muy raramente a dar a luz en el hospital. En cuanto a
         sus abuelas, ellas se aprovisionaban de un lienzo, se iban a un bosquecillo, donde ponían sus hijos al mundo,
         ya sea solas o con la ayuda de un pariente. Pero en nuestros días, se necesita constantemente recurrir a la
         cirugía. Entre estas pacientes, el 83% tienen los dientes cariados.
                Hubo un silencio. Alfred reflexionaba. Luego hizo observar:
         -      Es bien evidente que las poblaciones que soportan la miseria después de siglos, están al límite de su
         resistencia. Es por ello que son particularmente sensibles al cambio de modo de alimentación. Otros pueblos,
         en otras comarcas, no son ciertamente expuestos a peligros parecidos.
         -      Ud. comete un error, ¡señor ingeniero! Pero antes que nada permítame darle un breve informe de los
         resultados universales de mi trabajo.
                “El  porcentaje  de  dientes  cariados,  por  el  efecto  del  régimen  civilizado  es  de  40%  en  los  indios
         seminolas, del 70% entre los autóctonos de Australia, de 55% entre los Maoris, 40% entre los indios del Perú
         y de la jungla amazónica”.
                “Por el contrario, los miembros de esas mismas tribus que perseveran en sus tradiciones alimenticias,
         y habitan las regiones preservadas de toda influencia civilizadora ignoran la caries dental”.
                “En  la  reservación  de  Tuscarora,  no  lejos  de  los  Chutas  del  Niágara,  donde  las  condiciones
         económicas son relativamente buenas, se constata la degradación de los maxilares y el 83% de los indios
         tienen  los  dientes  dañados.  ¡Miren  la  pantalla!  He  aquí,  en  esa  región  una  casa  india”.  Un  olor  infecto,
         sofocante, salía de la pantalla y se expandía en la oficina. Francoise se tapó la nariz.
         -      ¡Discúlpenme! dijo la diabla. El olor hace parte del cuadro. Sepan bien que estos hombres, antes de
         ser civilizados por los blancos, poseían chozas limpias e inodoras. Observen esta familia.
                “El  padre  está  en  cama,  tuberculoso.  La  madre  presenta  una  dentadura  muy  malograda,  muchas
         coronas de oro y huecos, con 20 dientes cariados. La pequeña hija de 4 años tiene 12 dientes malogrados, la
         de 8 años tiene 16, el hijo de 10 años tiene 6. En esta reservación, se come sobretodo pan hecho con harina
         blanca, conservas, grasas desnaturalizadas, y una cantidad sorprendente de mermeladas, jarabes, bombones y
         otras golosinas”.
                Alfred emitió una objeción.
         -      La raza india está en vía de extinción. Aún sin la llegada de los Blancos hubiera desaparecido.
         -      Ud.  se  equivoca,  señor  ingeniero,  se  indignó  Karine.  Desde  tiempos  inmemoriales,  estos  hombres
         vivían de caza y de la pesca. Durante milenios, ellos han sido sanos, no han conocido la tuberculosis, ni el

         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                13
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