Page 19 - La Cocina del Diablo
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El 2° día de su sesión de estudios, los 4 invitados del Diablo debidamente preparados por los informes
que les fueron presentados en el curso de la 1ra. jornada, escucharon el informe de Azo, el agente encargado
de la utilización de venenos en la alimentación. Luego de haber visitado los laboratorios subterráneos y los
locales de ensayos; todos ellos se reunieron nuevamente en la oficina del Diablo.
- ¿Desde cuándo data su último informe, Azo? Preguntó el Patrón.
- Desde hace 10 años.
- ¡Lo admiro, dijo Francoise, su organización, que le permite convocar a vuestros colaboradores todos
los 10 ó 100 años.
“¡Cuántas cosas pueden suceder en el intervalo!”.
- Nada que no se conforme a mis planes replicó Belcebú. Y pura nosotros, 10 ó 100 años no son si no
breves lapsos. ¿Qué hay Azo?
- ¡Buenas noticias patrón!
- Si fuese de otra manera se arrepentiría.
(El Diablo se dirige a sus huéspedes). “Azo es un colaborador, relativamente joven. Su misión data
desde alrededor de 100 años”.
Azo comenzó.
- Estoy encargado de reemplazar por venenos químicos, las substancias vitales, a los que Morf ha
privado a los productos alimenticios. Aquello se hace bajo los pretextos de conservación y mejoramiento.
Alfred lo interrumpió:
- Ud. tiene una forma extraña de deformar las cosas; la conservación es indispensable... Las multitudes
humanas se agrupan en algunos puntos poco numerosos del globo terrestre: Solo se puede saciar su hambre a
través de este método.
El patrón 1« contestó:
- Una humanidad conforme a la Naturaleza, modesta en sus pretensiones y sana en sus gustos, sería
fácil de saciar. Pero yo he inoculado en los hombres una especie de glotonería, de manías gastronómicas. Sus
paladares reclaman excitaciones cada vez más vivas.
- Sea lo que fuera, volvió a hablar el técnico, hay que llevar, en los sitios superpoblados, víveres que
provienen de todas partes del mundo, y las distancias son grandes. Estos víveres se quedan durante meses en
las bodegas de los barcos, en los vagones, y durante años en los almacenes. Si se evita que se deterioren. Será
en beneficio de la humanidad.
- Y de la tierra, de donde nace todo alimento, agregó el patrón.
Alfred prosiguió.
- Para recorrer los canales complejos de las vías comerciales, un producto debe ser capaz de soportar la
espera y la distribución. Es necesario entonces evitar su descomposición, o sino, llevarlo a un estado
relativamente conservado.
- Todo ello es lógico, ¡claro como el día! opinó Francoise, no veo qué es lo que se podría objetar.
El Diablo retomó la palabra:
- ¡Escúcheme bien! Toda la vida pasa por tres fases sucesivas: el nacimiento, la existencia y la muerte.
Si falta uno de esos tres ya no hay más vida. La alimentación que se conserva, es arrancada del ciclo
cósmico. Ya no es una cosa viviente. Y aquel que come lo que está muerto … ¡morirá!
Azo continuó:
- Por otro lado, ya desde bastante antes de su conservación, yo privo a los alimentos de sus condiciones
naturales: para ese efecto, empleo venenos agrícolas, y diversos procesos mecánicos de preparación. De esta
manera aquello que se quiere conservar ya es una substancia desnaturalizada. En el fondo, ya dejó de ser un
alimento.
- De todas formas, las conservas evitan a la humanidad el tener que morir de hambre, dijo la doctora.
- Pero entonces las conservas no le ahorran la enfermedad y la degeneración. El sistema que yo he
imaginado me permite hacer absorber productos químicos a los consumidores sin tener ningún control.
- Esos productos, objetó Alfred, se emplean en pequeñas dosis.
La Cocina del Diablo – Gunther Schwab 18