Page 21 - La Cocina del Diablo
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para la ciencia. El protoplasma bacteriano no es menos vulnerable que el protoplasma humano. La diabetes,
         la calcificación de las arterias, el cáncer, resultan de los daños sufridos por el protoplasma, cuando carece de
         los  principios  vitales  esenciales,  o  al  ser  invadido  por  cuerpos  extraños.  Además,  y  para  terminar,  los
         conservantes matan también las bacterias útiles que viven en el cuerpo humano y que desempeñan funciones
         indispensables”.
                “Toda  sustancia  no  natural,  absorbida  con  los  alimentos,  produce  efectos  nocivos  diversos,  y  la
         ingestión continua de tóxicos conduce a una acumulación grave de factores de enfermedad”.
         -      El cuerpo es capaz de defenderse contra esas agresiones y neutralizarlas, replicó Francoise.
         -      Sin duda, durante cierto tiempo. Si fuera de otra manera la humanidad ya habría desaparecido. Pero el
         cuerpo cumple estos esfuerzos de defensa en detrimento de sus fuerzas vitales: pueden pasar años, antes que
         algún síntoma de enfermedad aparezca, pero el cuerpo se asemeja a un país que despilfarra sus energías en
         guerras interminables y que terminará por morir.
         -      Hay gente que absorbe el arsénico, sin ser incomodadas, insistió Francoise.
         -      Ciertamente,  la  materia  viva  tienen  la  facultad  de  adaptarse  a  los  venenos  celulares.  Pero  los
         organismos intoxicados de esta forma terminan siempre por deteriorarse. El cáncer producido por el arsénico
         se manifiesta 20 años más tarde de la toma de la primera dosis.
                Alfred se obstinaba en su escepticismo. Meneó la cabeza.
         -      Esos cuerpos que usted llama extraños, ¿cuántos son? ¿Una docena talvez?
                Azo sonrió.
         -      Ud. me subestima, Sr. Ingeniero. En los E.U.A. la Food and Drug Administration ha registrado 804
         productos químicos complementarios a la alimentación.
                Francoise se sobresaltó.
         -      ¡Aquello  significa  que  su  inocuidad  es  reconocida!  Se  apresuro  ella  para  afirmar,  como  para
         convencer ella misma.
         -      De  ninguna  manera.  ¡Es  su  nocividad  la  que  no  ha  sido  establecida!  ¡Aquello  hace  una  gran
         diferencia! Entre estos 804 complementos, 428 solamente son considerados como inofensivos, en el estado
         actual de conocimientos.
         -      ¿Y la situación de mañana? hizo notar el Patrón.
         -      En  cuanto  a  los  376  complementos  restantes  –más  todos  aquellos que  no  han  sido  registrados-  se
         ignoran sus efectos. Se les tolera al azar.
                "Inglaterra  utiliza,  redondeando  cifras,  780  venenos  en  su  alimentación.  Pero  es  Alemania  quien
         ostenta el récord del mundo, con 1,000 productos químicos para la conservación, la edoración, etc.”,
                “¡Mi fraternal saludo a nuestros amigos, los químicos alemanes! gruñó el Patrón satisfecho”.
         -      Pero precisamente en Alemania, se fundó en 1955 una asociación de investigación para analizar los
         complementos de la alimentación, insistió  Francoise. 150 sabios, de 11 países de Europa Occidental, han
         establecido  la  lista  de  productos  químicos  de  los  que  la  industria  alimentaria  debería  abstenerte
         voluntariamente ¡porque he aquí! no es posible hacerlos prohibir legalmente...
         -      ¿Lo sabía Ud.? preguntó el Patrón a su agente, frunciendo el ceño.
         -      ¡Por supuesto Patrón! La Srta. ha sabido ¿cuáles fueron los resultados de esta iniciativa?
         -      No.
         -      Muy bien, se lo haré saber. Luego d« un examen minucioso la Comisión ha designado los aditivos
         alimenticios que podrían realmente pasar por inofensivos.
         -      Sobre mil, ¿cuántos hablan? se preguntó el Patrón.
         -      ¡Catorce! gritó triunfal Azo.
                El Diablo se hecho a reír.
         -      Además, la lista de esos sabios no motivó eco... completó Azo.
         -      Es que, en este campo, nosotros hemos sabido voltear las cosas para nuestro provecho, se enorgullecía
         el  Patrón.  Los  fabricantes  de  alimentos  no  están  absolutamente  obligados  a  probar  la  inocuidad  de  los
         ingredientes  que  utilizan.  Sin  embargo,  esta  industria    tendría  de  sobra  los  medios  para  financiar  las
         investigaciones, aún largas y costosas.

         La Cocina del Diablo – Gunther Schwab                                                                20
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