Page 100 - Libro Orgullo y Prejuicio
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ser como antes.
Elizabeth, solícita e incrédula, miró a su hermana, pero no dijo nada.
—¿Lo dudas? —preguntó Jane ligeramente ruborizada—. No tienes motivos.
Le recordaré siempre como el mejor hombre que he conocido, eso es todo.
Nada tengo que esperar ni que temer, y nada tengo que reprocharle. Gracias a
Dios, no me queda esa pena. Así es que dentro de poco tiempo, estaré mucho
mejor.
Con voz más fuerte añadió después:
—Tengo el consuelo de pensar que no ha sido más que un error de la
imaginación por mi parte y que no ha perjudicado a nadie más que a mí misma.
—¡Querida Jane! —exclamó Elizabeth—. Eres demasiado buena. Tu dulzura
y tu desinterés son verdaderamente angelicales. No sé qué decirte. Me siento
como si nunca te hubiese hecho justicia, o como si no te hubiese querido todo lo
que mereces.
Jane negó vehementemente que tuviese algún mérito extraordinario y
rechazó los elogios de su hermana que eran sólo producto de su gran afecto.
—No —dijo Elizabeth—, eso no está bien. Todo el mundo te parece
respetable y te ofendes si yo hablo mal de alguien. Tú eres la única a quien
encuentro perfecta y tampoco quieres que te lo diga. No temas que me exceda
apropiándome de tu privilegio de bondad universal. No hay peligro. A poca gente
quiero de verdad, y de muy pocos tengo buen concepto. Cuanto más conozco el
mundo, más me desagrada, y el tiempo me confirma mi creencia en la
inconsistencia del carácter humano, y en lo poco que se puede uno fiar de las
apariencias de bondad o inteligencia. Últimamente he tenido dos ejemplos: uno
que no quiero mencionar, y el otro, la boda de Charlotte. ¡Es increíble! ¡Lo mires
como lo mires, es increíble!
—Querida Lizzy, no debes tener esos sentimientos, acabarán con tu felicidad.
No tienes en consideración las diferentes situaciones y la forma de ser de las
personas. Ten en cuenta la respetabilidad del señor Collins y el carácter firme y
prudente de Charlotte. Recuerda que pertenece a una familia numerosa, y en lo
que se refiere a la fortuna, es una boda muy deseable, debes creer, por el amor
de Dios, que puede que sienta cierto afecto y estima por nuestro primo.
—Por complacerte, trataría de creer lo que dices, pero nadie saldría
beneficiado, porque si sospechase que Charlotte siente algún interés por el señor
Collins, tendría peor opinión de su inteligencia de la que ahora tengo de su
corazón. Querida Jane, el señor Collins es un hombre engreído, pedante, cerril y
mentecato; lo sabes tan bien como yo; y como yo también debes saber que la
mujer que se case con él no puede estar en su sano juicio. No la defiendas
porque sea Charlotte Lucas. Por una persona en concreto no debes trastocar el
significado de principio y de integridad, ni intentar convencerte a ti misma o a
mí, de que el egoísmo es prudencia o de que la insensibilidad ante el peligro es un