Page 88 - Libro Orgullo y Prejuicio
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cuarto, Jane le mostró la carta y le dijo:
        —Es de Caroline Bingley; su contenido me ha sorprendido muchísimo. Todos
      los de la casa han abandonado Netherfield y a estas horas están de camino a la
      capital, de donde no piensan regresar. Oye lo que dice.
        Jane  leyó  en  voz  alta  el  primer  párrafo  donde  se  manifestaba  que  habían
      decidido ir con su hermano a Londres y que tenían la intención de comer aquel
      mismo día en la calle Grosvenor, donde el señor Hurst tenía su casa. Lo siguiente
      estaba redactado de la siguiente forma: « No siento dejar Hertfordshire más que
      por  ti,  queridísima  amiga;  pero  espero  volver  a  disfrutar  más  adelante  de  los
      deliciosos  momentos  que  pasamos  juntas  y  entre  tanto  podemos  aminorar  la
      pena  de  la  separación  con  cartas  muy  frecuentes  y  efusivas.  Cuento  con  tu
      correspondencia.»   Elizabeth  escuchó  todas  estas  soberbias  expresiones  con
      impasibilidad por la desconfianza que le merecían. Le sorprendía la precipitación
      con la que se habían marchado, pero en realidad no veía por qué lamentarlo. No
      podía suponerse que el hecho de que ellas no estuviesen en Netherfield impidiese
      venir a Bingley; y en cuanto a la ausencia de las damas, estaba segura de que
      Jane se consolaría con la presencia del hermano.
        —Es  una  lástima  —le  dijo  después  de  una  breve  pausa—  que  no  hayas
      podido  ver  a  tus  amigas  antes  de  que  se  fueran.  Pero  ¿no  podemos  tener  la
      esperanza  de  que  ese  « más  adelante»   de  futura  felicidad  que  tu  amiga  tanto
      desea llegue antes de lo que ella cree y que esa estupenda relación que habéis
      tenido como amigas se renueve con mayor satisfacción como hermanas? Ellas
      no van a detener al señor Bingley en Londres.
        —Caroline  dice  que  decididamente  ninguno  volverá  a  Hertfordshire  este
      invierno. Te lo leeré: « Cuando mi hermano nos dejó ayer, se imaginaba que los
      asuntos  que  le  llamaban  a  Londres  podrían  despacharse  en  tres  o  cuatro  días;
      pero  como  sabemos  que  no  será  así  y  convencidas,  al  mismo  tiempo,  de  que
      cuando Charles va a la capital no tiene prisa por volver, hemos determinado irnos
      con él para que no tenga que pasarse las horas que le quedan libres en un hotel,
      sin ninguna comodidad. Muchas de nuestras relaciones están ya allí para pasar el
      invierno; me gustaría saber si usted, queridísima amiga, piensa hacer lo mismo;
      pero no lo creo posible. Deseo sinceramente que las navidades en Hertfordshire
      sean pródigas en las alegrías propias de esas festividades, y que sus galanes sean
      tan  numerosos  que  les  impidan  sentir  la  pérdida  de  los  tres  caballeros  que  les
      arrebatamos.»
        —Por  lo  tanto,  es  evidente  —añadió  Jane—  que  el  señor  Bingley  no  va  a
      volver este invierno.
        —Lo único que es evidente es que la señorita Bingley es la que dice que él no
      va a volver.
        —¿Por qué lo crees así? Debe de ser cosa del señor Bingley: No depende de
      nadie. Pero no lo sabes todo aún. Voy a leerte el pasaje que más me hiere. No
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