Page 93 - Libro Orgullo y Prejuicio
P. 93
amistosa advertencia, y puede usted contar con que no daré un solo paso que no
esté autorizado por Su Señoría.
—Todas las precauciones son pocas. Arriésguese a cualquier cosa menos a
incomodarla, y si cree usted que pueden dar lugar a ello sus visitas a nuestra
casa, cosa que considero más que posible, quédese tranquilamente en la suya y
consuélese pensando que nosotros no nos ofenderemos.
—Créame, mi querido señor, mi gratitud aumenta con sus afectuosos
consejos, por lo que le prevengo que en breve recibirá una carta de
agradecimiento por lo mismo y por todas las otras pruebas de consideración que
usted me ha dado durante mi permanencia en Hertfordshire. En cuanto a mis
hermosas primas, aunque mi ausencia no ha de ser tan larga como para que
haya necesidad de hacerlo, me tomaré la libertad de desearles salud y felicidad,
sin exceptuar a mi prima Elizabeth.
Después de los cumplidos de rigor, las señoras se retiraron. Todas estaban
igualmente sorprendidas al ver que pensaba volver pronto. La señora Bennet
quería atribuirlo a que se proponía dirigirse a una de sus hijas menores, por lo que
determinó convencer a Mary para que lo aceptase. Ésta, en efecto, apreciaba a
Collins más que las otras; encontraba en sus reflexiones una solidez que a menudo
la deslumbraba, y aunque de ningún modo le juzgaba tan inteligente como ella,
creía que si se le animaba a leer y a aprovechar un ejemplo como el suyo,
podría llegar a ser un compañero muy agradable. Pero a la mañana siguiente
todo el plan se quedó en agua de borrajas, pues la señorita Lucas vino a visitarles
justo después del almuerzo y en una conversación privada con Elizabeth le relató
el suceso del día anterior.
A Elizabeth ya se le había ocurrido uno o dos días antes la posibilidad de que
Collins se creyese enamorado de su amiga, pero que Charlotte le alentase le
parecía tan imposible como que ella misma lo hiciese. Su asombro, por
consiguiente, fue tan grande que sobrepasó todos los límites del decoro y no pudo
reprimir gritarle:
—¡Comprometida con el señor Collins! ¿Cómo es posible, Charlotte?
Charlotte había contado la historia con mucha serenidad, pero ahora se sentía
momentáneamente confusa por haber recibido un reproche tan directo; aunque
era lo que se había esperado. Pero se recuperó pronto y dijo con calma:
—¿De qué te sorprendes, Elizabeth? ¿Te parece increíble que el señor Collins
haya sido capaz de procurar la estimación de una mujer por el hecho de no
haber sido afortunado contigo?
Pero, entretanto, Elizabeth había recuperado la calma, y haciendo un enorme
esfuerzo fue capaz de asegurarle con suficiente firmeza que le encantaba la idea
de su parentesco y que le deseaba toda la felicidad del mundo.
—Sé lo que sientes —repuso Charlotte—. Tienes que estar sorprendida,
sorprendidísima, haciendo tan poco que el señor Collins deseaba casarse contigo.