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IV. EL NECRONOMICON: UN COMENTARIO
por Robert Turner
Me sentí interesado por primera vez en el Necronomicon hace algo más de cinco años
después de que el tema llamase mi atención a través de un encuentro casual con las dos
obras extrañamente inspiradoras de Howard Phillips Lovecraft. Todo empezó cuando un
amigo me hizo llegar un ejemplar de The Hounter of the Dark(1). Con la primera lectura
rápida quedé fascinado por la idea de que Lovecraft quizá había basado su enigmático libro
de magia en algún texto mágico auténtico. Durante las siguientes semanas leí la colección
completa de los escritos de Lovecraft, acumulando un archivo de detalladas notas
relacionadas con el llamado Mito Cthulhu. Poco a poco me fui dando cuenta de que existía
un hilo de continuidad que discurría a lo largo de toda la estructura, que unía los principales
conceptos mitológicos y mágicos para formar un conjunto completo. Los libros de magia de
la antigüedad, la tradición de brujería de Nueva Inglaterra, la magia de Oriente y de la
Europa medieval, resultaron ser las características imperantes del arcano de Lovecraft,
hábilmente integradas y ensambladas bajo un título único: "El Necronomicon".
Lovecraft atribuye el origen del libro a Abdul Alhazred, un loco poeta árabe del Yemen que
se dedicó a escribir la obra en el año 950 de nuestra era, en Damasco. Se dice que el texto
árabe original del,Necronomicon ha pasado por varias traducciones, pretendiéndose que la
última de ellas es una española del siglo XVII y atribuyéndose una versión inglesa al
celebrado filósofo y mago isabelino, Dr. John Dee (1527-1608).
Desde la muerte de Lovecraft en 1937, han visto la luz varios manuscritos que pretenden
ser el Necronomicon, siendo el más prometedor de ellos el descubierto por L. Sprague de
Camp en el norte del Iraq(2). El códice de Camp fue desenterrado en las tumbas de Duria y
estaba escrito totalmente en los caracteres crípticos del antiguo duriano (una forma poco
corriente del sirio), considerado durante algunos años por muchos ocultistas como el
verdadero Necronomicon. A pesar de que la reciente labor de investigación realizada por
Carl Tausk en Viena ha demostrado otra cosa, se ha comprobado que el texto (AL AZIF)
contiene fórmulas mágicas y saber antiguo que lo relacionan con una tradición similar si no
idéntica.
Durante algún tiempo busqué en vano un patrón mítico básico que reflejara con un alto
grado de precisión los conceptos incorporados a los Mitos Cthulhu. Sentía instintivamente
que las leyendas de cualquier cultura deben contener la clave de lo que esperaba fuese la
verdadera interpretación de estos asombrosos misterios. Ninguna parecía llenar el marco
por entero, ya que a todas ellas o bien les faltan detalles y antigüedad, o bien están
completamente oscurecidas por un impenetrable velo de racial simbolismo indígena.
Necesitaba algo que estuviese más cercano a la fuente, un mito de creación realmente
antiguo, algo primordial y libre de elaboraciones perturbadoras.
Como de costumbre, la respuesta que había estado buscando apareció indirectamente y de
una forma por completo inesperada. Mientras leía el ensayo crítico de Colín Wilson sobre
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