Page 57 - Necronomicon
P. 57

Aunque en el texto del Necronomicon se presuponen varios seres benignos, sólo se cita de
                  forma explícita el nombre de Nodens, el Señor del Gran Abismo. El hábitat natural de los
                  Dioses Mayores se considera que está en una región próxima a la estrella Betelgeuze, en la
                  constelación de Orión. En el gran almanaque de los astrónomos árabes, conocido por Tablas
                  Alfonsinas, posteriormente traducido por entendidos europeos como Los Libros del Saber
                  de Astronomía (26), Betelgeuze se presenta de varias maneras: Al Mankib, el Hombre; Al
                  Dhira, el Brazo; y Al Yad al Yama, la Mano Derecha (del Gigante). Es interesante observar
                  que Machen se refiere al Señor Nodens en su Great God Pan como un dios con una mano
                  de plata, haciéndose eco de la última de estas designaciones árabes.

                  Los Dioses Mayores se revelan en la tradición antigua como los protectores de la raza
                  humana, y su gran relación con la humanidad se corrobora después por su signo, que es una
                  forma de Pentagrama Resplandeciente, el Signo Mayor. El Pentagrama es reverenciado por
                  los ocultistas como la Estrella de los Tres Reyes Magos, el símbolo del Hombre, el
                  Microcosmos, divinidad que se manifiesta en forma humana. Mágicamente, se considera
                  que el hombre es una criatura formada por los cuatro elementos Fuego, Aire, Agua y Tierra
                  mediante el poder del Espíritu, el quinto de los elementos, o Elemento Oculto, simbolizados
                  por los cinco puntos del Pentagrama. Por tanto, puede deducirse que el poder del Signo
                  Mayor sobre los Antiguos reside en la relación con una raza de seres henchidos de los cinco
                  Poderes Universales, como oposición a la constitución unielemental de sus agresivos
                  rivales (los Antiguos).


                  En su libro The Syrius Mystery(27), Robert Temple sugiere que la raza humana pudo haber
                  sido introducida en los beneficios de la ciencia y la civilización por seres venidos de un
                  planeta del sistema planetario de la estrella Sirio. Sirio está en la constelación del Can
                  Mayor y está muy cerca (aparentemente) del "Talón de Orión", cuya estrella principal es
                  Betelgeuze, en la región de los legendarios Dioses Mayores. ¿Puede representar esta teoría
                  y los paralelismos similares que se reflejan en tantos mitos antiguos la aparición de
                  borrosos   recuerdos   raciales   conectados   con   la   génesis   del   hombre?   ¿Y   si   fueron
                  efectivamente los Dioses mayores los misteriosos progenitores del hombre?

                  Esto representa  mi   concepto   inicial   del  Necronomicon,  un   libro  de  escritos   y   viejas
                  tradiciones que existen principalmente a un nivel subjetivo, aunque en paralelo con varios
                  importantes textos místicos. Un libro de magia compuesto por diversos elementos que yace
                  secretamente   enterrado   en   los   oscuros   recovecos   de   la   mente   humana.   Un   patrón
                  arquetípico   que   subraya   y   mitifica   un   conjunto   da   datos   mágicos   y   mitológicos
                  aparentemente inconexos.

                  Así las cosas, dejé descansar el tema totalmente desprevenido contra el giro sin precedentes
                  que iban a tomar pronto los sucesos, los cuales alterarían radicalmente mis conclusiones
                  previas sobre los que, seguramente, deben ser 1os textos mágicos más controvertidos y
                  enigmáticos.

                  Mientras estaba recopilando material para un libro sobre los documentos inéditos de John
                  Dee, encontré un manuscrito críptico del siglo XVI conocido como Liber Logaeth o The
                  Book   of   Enoch   (28).   El   manuscrito   consistía   en   101   cuadrados   mágicos   sumamente
                  complicados, 96 de los cuales constaban de 49 x 49 celdillas y 5 de 36 x 72 celdillas. Todo



                                                                                                        56
   52   53   54   55   56   57   58   59   60   61   62