Page 9 - Necronomicon
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estaba sacudiéndose en sus cimientos". Tuvo miedo de estar muy cerca de la muerte, pero
todo pasó y sintió "una inefable paz de espíritu", un éxtasis jubiloso que duró varios días.
En realidad, pues, no hubo una visión de horror, de entes perversos. Sólo la convicción de
que el mundo material se había manifestado como un velo sobre una realidad mucho más
profunda. En sus relatos contó muchas cosas, pero sin un total convencimiento. Así pues,
creyó que la visión sobrenatural de sus primeras narraciones era fundamentalmente cierta.
Fue en esta época cuando ingresó en el Amanecer Dorado y trabó conocimiento con Yeats,
Crowley y Mathers. Si esto fuera un ensayo sobre Machen y no sobre Lovecraft, citaría el
largo ensayo sobre magia de Yeats, en el que se describen ciertas experiencias mágicas
llevadas a cabo por Mathers y que no dejan lugar a dudas sobre el hecho de que éste poseía
algún extraño secreto sobre el conjuro de visiones. Pero nuestro objetivo son los orígenes
"mágicos" de Lovecraft. Todo cuanto hay que decir es que el Amanecer Dorado enseñó la
existencia real de otros niveles de realidad, "otras dimensiones", habitadas por entes no
humanos.
Mi libro The Occult apareció en 1971. Al año siguiente se me pidió revisar un libro titulado
The Magical Revival, de Kenneth Grant, un discípulo de Crowley y jefe de una
organización de magia conocida como el Ordo Templi Orientis. Y en este libro, en un
capítulo sobre "Nombres Bárbaros de Evocación", descubrí una sección sobre Lovecraft
que sostenía las especulaciones que planteé a Derleth en 1967.
Grant hace observar: "Tanto el nombre como la obra de Lovecraft eran desconocidos de
Crowley, a pesar de que algunas de sus fantasías reflejan, aunque distorsionadas, los temas
más destacados del Culto de Crowley... ". El Culto de los Nombres Bárbaros, según Grant,
arranca de más atrás "de las primeras fases de la evolución, cuando tuvo lugar la
transformación de la bestia en hombre". Explicó que la fuerza de los "nombres bárbaros"
"reside principalmente en el hecho de que son ininteligibles para la mente consciente" y,
por consiguiente, "están especialmente adaptados para la apertura del subconsciente". Y
dedica una extensa tabla a detallar las semejanzas entre los dioses bárbaros de Crowley y
los de Lovecraft. Crowley, señala, tenía también su libro sagrado, no Al Azif, sino Al vel
Legis, el Libro de la Ley. En realidad lo escribió él mismo en un estado de semitrance, y
durante toda su vida continuó creyendo que le había sido dictado por Aiwass, un ángel
guardián. Tanto Crowley como el Amanecer Dorado se refirieron a menudo a los Grandes
Antiguos, nombre que Lovecraft da a su raza de dioses.
Lovecraft habla del Yermo Frío, un reino situado más allá de nuestro espacio y tiempo.
Crowley habló del Yermo Frío llamado Hadith. Lovecraft habló del gran Cthulhu que yace
soñando en R'lyeh, Crowley del sueño original de los Grandes Antiguos. Y Grant declara
que el culto a Aiwass de Crowley, o Ahwaz de Acadia "puede ser rastreado... hasta un
período que inspiró la secular Tradición Draconiana de Egipto que se dilató hasta las
primeras dinastías, cuyos monumentos dejaron deteriorar los adversarios del culto
primitivo. Estas dinastías fueron borradas con el fin de destruir todo rastro de un supuesto
culto al Diablo... ". Todo esto hace suponer que la ficción de Lovecraft fue, básicamente,
más real de lo que suponía. En un libro posterior, Nightside of Eden, Grant llega aún más
cerca de los notables paralelismos que hay entre la tradición Gnóstica y Cabalística y la
mitología de Lovecraft, un asunto sobre el cual volveremos más adelante.
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