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La respuesta, creo yo, es que en un pequeño porcentaje de la humanidad, aproximadamente
                  un 5 por  ciento para ser precisos, tiene una especie de anhelo incorporado de finalidad.
                  Estas personas se conocen como el "5 por ciento dominante", y la misma cifra parece
                  aplicable a los  grupos  animales.  El  porqué  esto  sucede así  no hay nadie  que pueda
                  explicarlo. Probablemente, Lovecraft hubiese dicho que esto es puramente biológico. Para
                  que una especie sobreviva, un cierto número de individuos debe poseer un impulso que los
                  lleve más allá de las necesidades diarias. De otra forma, cuando alcanzase un cierto grado
                  de bienestar y estabilidad, degeneraría rápidamente. De hecho, se sabe por la historia que
                  las naciones se vuelven "blandas" cuando pueden vivir en el lujo, aunque dichas naciones a
                  menudo consigan producir una gran civilización. Esto se debe a que su "5 por ciento
                  dominante" posee un impulso que no se erosiona con el bienestar. Dichos hombres poseen,
                  repito, un anhelo interior para la finalidad.

                  El resultado sorprendente es que si se ven privados de una finalidad por las circunstancias
                  de sus vidas,  se convierten en unos seres frustrados y propensos al suicidio. Esta es la
                  historia básica de los "marginados". Antes de que descubran una finalidad pueden estar
                  cerca de la locura, sufriendo depresiones suicidas. Y el sentido de la finalidad puede tomar
                  las formas más extrañas, como en el caso de George Fox, el fundador del Cuaquerismo, que
                  iba andando por la ciudad gritando: "¡La desgracia caerá sobre la ciudad maldita de
                  Litchfield!", conducta que en la actualidad lo conduciría al manicomio más cercano, o
                  como Lawrence de Arabia, alistándose a la RAF como un ciudadano particular.


                  Obsérvese por favor que no estoy diciendo que el 5 por ciento dominante sean hombres
                  geniales frustrados. Pueden ser estúpidos y su predominio es posible que sólo les convierta
                  en tiranos. Pueden ser deshonestos, y esto les convierte en unos timadores. Pueden ser
                  supersexuados, y esto les convierte en unos sátiros o ninfómanas (puesto que hay tantas
                  mujeres   dominantes   como   hombres   dominantes).   Cada   enlace   sindical,   cada   sargento
                  mayor, cada cantante de música pop y cada hombre de negocios con éxito, pertenece al 5
                  por   ciento   dominante.   Está   todavía   por   escribir   un   interesante   libro   sobre   algunos
                  "marginados" algo menores que fueron destruidos por el sentido de puerilidad. En él se
                  podría incluir, por ejemplo, al Archiduque Rodolfo de Austria, que se suicidó con su amante
                  en Mayerling, y al cantante de rock Elvis Presley, que murió de un ataque al corazón a los
                  cuarenta y dos años. Los dos pertenecieron de forma natural a la minoría dominante, y se
                  vieron privados de su propia expresión por una serie de circunstancias fuera de lo común: el
                  Archiduque Rodolfo por ser hijo del Emperador Francisco José de Austria, y Elvis Presley
                  por el inmenso éxito que lo convirtió en prisionero de su propia mansión.

                  Volvamos ahora a la biografía de Sprague de Camp sobre Lovecraft o a la del propio
                  Derleth   H.P.L.  A  Memoir,   y   consideremos   la   carrera   del   "recluso   de   Providence".
                  Providence es un lugar bastante agradable, con sus casas revestidas de madera y calles
                  flanqueadas por árboles. Pero en 1890, cuando H.P.L. nació, debía haber sido la más
                  provinciana de las ciudades provincianas. Shaw una vez describió el Dublín de su niñez
                  como "aquel infierno de mezquindad" pero, por lo menos, era una capital llena de actores,
                  artistas y literatos. En comparación, Providence debe haber parecido tan remota como un
                  pueblo en mitad de la Antártida. Esto significa que desde el momento en que empezó a
                  hablar hasta que llegó a la edad de veintiún años, Lovecraft nunca frecuentó o habló con



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