Page 16 - Necronomicon
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poder vivir en Londres o Roma y mezclarse con sus iguales. Se hubiera sentido a sus
anchas comiendo con Ronald Firbank en el Café Royal o bebiendo vino con Norman
Douglas en Capri. Pero era el hijo de un viajante de comercio, no como Henry James, que
era nieto de un millonario (incluso cuando murió, su capital no llegaba a 20.000 dólares).
Le gustase o no, estaba pegado al monótono y más bien mediocre lugar en que había
nacido: el distrito College Hill de Providence. Y aceptaba este sentimiento de privaciones y
aburrimiento: "Los libros son cosas muy endebles. Ni Vd. ni yo, con todos los clásicos que
hemos leído, disfrutamos de la centésima parte de Grecia y Roma de lo que disfruta el
millonario cuyos yate y coche le permiten vagabundear bajo los cielos mediterráneos...
" (14 de febrero de 1924). "¡Nunca pasa nada! Quizá este es el motivo de que mi fantasía
salga a explorar extraños y terribles mundos... Mi vida cotidiana es una especie de letargo
desdeñoso, desprovisto por igual de virtudes y de vicios. No soy de este mundo, sino un
espectador de él, divertido y algunas veces disgustado. Detesto la raza humana, sus
apariencias y concupiscencias. Para mí, la vida es un arte delicado... aunque creo que el
universo es un caos sin sentido desprovisto de valores últimos..." (3 de febrero de 1924).
Está atrapado en un mundo que detesta. Quizá hubiera debido trasladarse a otro lugar, pero
no pudo vencer su letargo. Su experiencia de vivir en otra ciudad, Nueva York, fue tan
frustrante que finalmente destruyó su ilusión de escapar de Providence.
Resulta sorprendente que no intentara suicidarse como su amigo Robert Howard, el creador
de Conan el Guerrero. Pero tenía un poderoso aliado: su mente subconsciente. Lo cual nos
remite a Machen y a lo que sucedió en aquella tarde del año 1899. Machen siempre rechazó
entrar en detalles sobre la experiencia. Nuestras únicas pistas parecen ser sus dos
afirmaciones contradictorias sobre la hipnosis.
Pero esto, por lo menos, elimina la posibilidad de que Machen realizara cualquier forma de
ritual mágico, quizá alguna invocación al demonio. Cuando dice que no era hipnotismo,
quiere significar que no se trataba de un sueño o alucinación. Además, comunica a su
amigo Munson Havens: "Puedo decirte que el proceso que sugería el fenómeno era
hipnotismo; no puedo decir más. Excepto esto: que estoy completamente seguro de que mi
proceso no se debe a eficaces ex opere operato (por actos eternos)".
Los estudiantes de magia dicen que sus rituales son eficaces ex opere operato. Funcionan
como el encender una luz eléctrica, no por autohipnosis. Todo esto da a entender que lo que
hizo Machen fue de alguna manera un intento de ponerse en contacto con la fuerzas más
profundas de su mente subconsciente. Aunque, incluso esta explicación, da como resultado
más preguntas que respuestas, siendo la más evidente: ¿por qué deben proporcionar
revelaciones las fuerzas del subconsciente? Sueños sí. Neurosis sí. Incluso delirios,
alucinaciones o paranoia. Pero no visiones místicas. Según Freud, desde luego, las visiones
místicas son delirios. Pero esto también elude la pregunta, ya que Freud fue "reduciendo" el
misticismo a una especie de ilusiones. Machen afirma que lo que le sucedió no fueron
ilusiones o autohipnosis... En su notable trabajo Human Personality and Its Survival of
Bodily Death, el investigador en física F.W.H. Myers sugirió un intento de respuesta. Myers
dedica un capitulo a los genios, a las personas que demostraron tener poderes notables
cuando eran muy jóvenes. En particular a los "prodigios de cálculo", niños que pueden
realizar enormes cálculos en segundos o minutos. En una presentación del libro de Myers
en 1961, Aldous Huxley puso los puntos sobre las ies preguntando: "¿Es la casa del alma un
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