Page 20 - Necronomicon
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Por tanto, es comprensible que creyera que las disciplinas mágicas no lo llevarían más
                  cerca de la revelación que experimentó en Gray’s Inn. Su actitud con respecto al Amanecer
                  Dorado se hizo casual y despreocupada, y parece que la dejó en 1901.


                  Sólo es necesario ahora mirar una fotografía de Lovecraft para ver que su vida estuvo bajo
                  el dominio de la ansiedad. En sus primeras fotografías, la boca es pequeña y tensa. Con las
                  gafas de montura metálica parece la Reina Victoria diciendo a su caballero de servicio que
                  no se divierte. Por lo que sé, no hay ninguna fotografía que muestre ni siquiera un asomo de
                  sonrisa. Siempre tiene un aspecto tenso y desgraciado, como si estuviese ansioso de alejarse
                  del   fotógrafo   y   correr   al   lavabo.   Toda   su   vida   fue   víctima   de   la   timidez   y   la
                  autoconsciencia. Sus amigos decían que sonreía cuando estaba relajado, pero nunca reía.
                  Con los extraños se sentía violento y callaba; sólo cuando conocía bien a alguien podía
                  "relajarse" y entonces, aparentemente, podía ser un compañero encantador. Todas sus
                  amistades eran personas inferiores intelectualmente a él, a pesar de que la razón de esto
                  puede ser simplemente que su limitada vida social nunca le dio ocasión de frecuentar
                  personas que fuesen iguales a él. En cualquier caso, esta circunstancia le permitía ser entre
                  sus relaciones el dominante, el mentar y consejero. Solía referirse en broma a sí mismo
                  como "el abuelito", incluso con sus tías. Tenía necesidad de verse a sí mismo como la
                  figura de un padre. Lovecraft hizo lo que pudo para ampliarse y desarrollarse. Su principal
                  problema fue su incapacidad de relajarse y el considerarse a si mismo un inválido inútil.
                  Pero éste era otro de los conceptos equivocados que se había autoimpuesto: sus amigos
                  observaron que en los días festivos podía andar o trabajar tan bien como cualquiera, y que
                  no mostraba ningún signo de fatiga.

                  La biografía de Sprague de Camp aclara que Lovecraft era lo que Freud llamó un erótico
                  anal, que  significa sencillamente que era supersticioso, puntilloso y obsesionado por el
                  detalle. Los aficionados a la Astrología pueden estar interesados en saber que Lovecraft
                  nació en un 20 de agosto y que, por tanto, era Leo, un signo asociado a los actores y a los
                  amantes de las candilejas. También estaba en el vértice de Virgo, un signo cuyos nativos
                  destacan por su obsesivo aseo y meticulosidad. Puede decirse que Lovecraft sólo desarrolló
                  las características negativas del signo de Virgo y nunca tuvo oportunidad de hacer realidad
                  su verdadero potencial como Leo. Y esto sólo se debía en parte a su timidez e inutilidad.


                  Bastante más importante fue una deliberada y autoelegida en este aspecto se parecía mucho
                  a Lovecraft.  Está contada en la vida de Poe, de Hervey Allen, Israfel. La Srta. Grove
                  Nichols cuenta cómo visitó a Poe y él le explicó que únicamente escribía "para satisfacer
                  mi gusto y amor por el arte. La fama no constituye para mí una fuerza motivadora". A
                  continuación Poe lanzó un prolongado ataque a la "adulación de la multitud" y a los
                  escritores de mente mezquina que la desean. En su siguiente visita, mientras paseaban por
                  la cima de una colina, Poe le dijo que tenía que hacer una "confesión". "La última vez que
                  estuvo Vd. aquí le dije que yo despreciaba la fama". "Sí, lo recuerdo". "Es falso, me gusta
                  la fama. Estoy loco por ella, la idolatro, bebería su gloriosa intoxicación hasta el último
                  poso. Querría  tener en cada aldea,  cada pueblo y  cada  ciudad de la Tierra incienso
                  ascendiendo en mi honor. ¡La Fama! ¡La Gloria! Son lo que dan a la vida el aliento y la
                  sangre vital. ¡Ningún hombre vive hasta que es famoso! ¡Cuán amargamente contradije mi
                  naturaleza... cuando dije que no deseaba la fama, que la despreciaba!".





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