Page 28 - Frankenstein, o el moderno Prometeo
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Nace una leyenda
La noche del 17 de junio de 1816, una lluvia fina e incesante impidió que Mary y su
hermana Claire, Percy B. Shelley, Lord Byron y John William Polidori pudieran
pasear por los exteriores de Villa Diodati, o navegar por el lago. En aquella sombría
velada estaban acompañados por la condesa Potocka (1776-1867) —dama de la alta
nobleza polaca, sobrina nieta del rey Estanislao II de Polonia, quien, según la
rumorología galante de la época, había sido amante de Napoleón Bonaparte—, y por
un gran amigo de Byron, Matthew Gregory Lewis [27] . Juntos empezaron a leer los
relatos de fantasmas contenidos en el libro Phantasmagoriana, ou Recueil d’Histoires
d’Apparitions, de Spectres, Revenants, Fantômes, etc; traduit de l’allemand, par un
amateur [Phantasmagoriana, o una recopilación de historias de apariciones,
espectros, revenidos, fantasmas, etc.; traducidos del alemán por un «amateur»], una
selección de relatos alemanes traducidos al francés por Jean-Baptiste-Benoit Eyries
que había sido publicada en 1812 —cuyo original era Gespensterbuch (1811), editado
por Friedrich Schulze y Johann Apel—, comprado por Polidori en una de sus
escapadas a Ginebra.
Lo que sucedió a partir de ese instante se ha convertido en una de las leyendas
más populares de la historia de la literatura fantástica de todos los tiempos. Tal y
como se explicó en la carta de presentación de El vampiro en la revista donde se
publicó por primera vez, The New Monthly Magazine: «Parece ser que una noche,
Lord Byron, el señor P. B. Shelley, las dos damas, el médico y el caballero al que
antes aludimos [28] , tras haber leído una obra alemana que se titulaba
Phantasmagoriana, empezaron a relatar cuentos de fantasmas; fue cuando Su Señoría
empezó a recitar el comienzo de Christabel, entonces sin publicar, que afectó a la
mente del señor Shelley que salió corriendo de la habitación (…) Tras el suceso [29] ,
se propuso que cada uno de los presentes escribiera un relato de tema sobrenatural,
tarea que fue emprendida por Lord Byron, el médico y la señora Mary W. Godwin».
A su vez, Mary Shelley, en el prólogo que redactó para la edición de Frankenstein, o
el moderno Prometeo, explica su propia versión de los hechos: «… resultó ser un
verano húmedo y desagradable, la lluvia incesante nos confinaba frecuentemente en
la casa. Unos volúmenes de historias de fantasmas, traducidos del alemán al francés,
cayeron en nuestras manos. Allí estaba la Historia del amante inconstante, el cual,
cuando intentaba abrazar a la novia a quien había jurado su amor, se encontraba a sí
mismo en los brazos del pálido fantasma de aquella a quien había abandonado [30] .
Estaba allí también el cuento del patriarca pecador cuyo miserable destino era dar el
beso de la muerte a todos sus hijos de su estirpe maldita justo en el momento en que
alcanzaban la juventud [31] . No he vuelto a leer aquellas historias desde entonces, pero
sus incidentes están frescos en mi mente como si las hubiese leído ayer (…) “Cada
uno de nosotros escribirá una historia de fantasmas”, dijo Lord Byron, y su propuesta
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