Page 33 - Frankenstein, o el moderno Prometeo
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nombres más eminentes de Francia] (1859-1840), publicadas por Lardner’s Cabinet
Encyclopedia. Sin olvidar sus novelas como Lodore (1855) y Falkner (1837), la
publicación de sus cuentos en la revista The Keepsake, o su esfuerzo por preservar la
obra de su difunto esposo mediante las antologías Poetical Works of Percy Bysshe
Shelley [Obras poéticas de Percy Bysshe Shelley] (1839) y Essays, Letters from
Abroad, Traslations and Fragments, by Percy Bysshe Shelley [Ensayos cartas al
extranjero, traducciones y fragmentos por Percy Bysshe Shelley ] (1840). Porque, en
verdad, durante aquellos años solitarios, el trabajo fue su único contacto con el
mundo, con la vida. Rechazó varias proposiciones matrimoniales de Edward John
Trelawny, Próspero Merimée —a quien consideraba «un petulante»— y J. H. Payne,
aunque quizá, de haberse visto correspondida, el apuesto y excelente conversador
Washington Irving podría haberle hecho dudar de la conveniencia de seguir rindiendo
culto al pasado. «El nombre de mi tumba será Mary Shelley, y ningún otro. ¿Por qué?
No puedo decirlo. Tal vez porque su nombre es tan hermoso que, pienso, estará
vinculado a mí durante años, y nunca podré arrancar de él mi corazón», le explicó a
Trelawny en una carta.
Luego estaban las arduas, terribles negociaciones con sir Timothy Shelley, padre
de Percy, a favor de la herencia de su hijo. El abuelo del niño, resentido por la aureola
de escándalo que siempre rodeó la relación de Mary con su malogrado hijo, pese a
que ambos se casaron el 30 de diciembre de 1816. Ni siquiera el matrimonio sirvió de
bálsamo para aplacar la ira de ese viejo amargado y profundamente conservador, que
detestaba su vínculo de sangre con la casta de los Godwin y los Wollstonecraft. Mary
soportó los numerosos desaires de sir Timothy sin una queja, pues el porvenir de
Percy Florence era su única ambición; no quería nada para ella. A cambio de costear
la educación del niño, su abuelo exigía que Mary renunciara a su educación. «Si fuera
necesario morir por su bien y su salud lo haría sin dificultad. Pero si admitiese que no
estoy capacitada para educar a mi hijo, perdería toda mi dignidad», le escribió a sir
Timothy. El amor por su hijo era todo lo que tenía en el mundo y no estaba dispuesta
a renunciar a él: «Se dice que soy fría, pero hay sentimientos tan fuertemente
asentados en mi modo de ser que, quien arrancase de mi alma su raíz, segaría mi vida
al mismo tiempo», le explicó a Lord Byron, el cual intentó ayudarla intercediendo
ante el inflexible sir Timothy. Finalmente, Mary logró para su hijo una educación en
consonancia con su posición y fortuna. Percy Florence estudió en Harrow y se graduó
en 1840 en el Trinity College de Cambridge; en 1844, a la muerte de su abuelo,
heredó todos sus títulos y propiedades. Fue entonces cuando Percy Florence, quien
veneraba a su madre, la acompañó en un largo viaje por el Continente, visitando
muchos de los lugares donde ella y su esposo se habían amado, donde habían sufrido.
De este viaje surgió el libro Rambles in Germany and Italy in 1840, 1842 and 1843
[Paseos por Alemania e Italia en 1840, 1842 y 1843], editado con gran éxito ese
mismo año, en 1844.
Paralelamente a su siempre aplazado proyecto de escribir las biografías de su
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