Page 25 - Frankenstein, o el moderno Prometeo
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Después vamos a ver a Shelley, que ha venido a casa con la señora Shelley (…) De
           regreso a casa, voy al lago con Shelley y Lord Byron (…)».
               Tal  y  como  refleja  este  y  otros  documentos  como,  por  ejemplo,  los  diarios  de
           Mary Shelley, la vida a caballo entre Villa Diodati y Chapagne Chapui era una simple

           rutina. Percy y Mary se dedicaban a pasear, leer, a jugar con el pequeño William y
           lanzar globos, uno de los hobbies preferidos de Percy debido a su fascinación por la
           física de los gases; Claire, a medida que avanzaba su embarazo, guardaba reposo y
           daba  cortos  paseos  por  los  alrededores.  Tanto  ellos  como  Lord  Byron  apenas  se

           movían de sus casas, siendo Polidori el único que viajaba a Ginebra para ir a misa,
           hacer compras y relacionarse con diversos médicos, italianos exiliados y prohombres
           de la ciudad; en sus diarios se citan nombres como el Dr. Rossi, el Dr. Hentsch, el Dr.
           Slaney, Madame Odier, o el concejal de Ginebra Jean-Marc Jules Pictet de Sergy. Y

           mientras  Byron  y  Shelley  navegaban  por  el  lago,  se  enzarzaban  en  apasionados
           debates  literarios,  políticos  y  éticos,  o  simplemente  se  dedicaban  a  su  quehacer
           poético —dice la leyenda que Lord Byron compuso el tercer canto de Childe Harold
           y The Prisioner of Chillon [El prisionero de Chillon] en la terraza de la casa con

           vistas al lago Leman, así como uno de sus poemas más hermosos e inquietantes, Las
           Tinieblas  (The  Darkness),  al  tiempo  que  Shelley  inicio  la  escritura  de  su  célebre
           Prometeo desencadenado (Prometheus Unbound), el cual luego terminaría sobre las
           ruinas de las termas de Caracalla en 1820, e Himno a la belleza intelectual (Hymn to

           Intellectual Beauty)…—, Polidori y Mary pasaban gran parte del tiempo juntos: el
           joven  médico  le  daba  clases  de  italiano  a  la  muchacha  leyendo  a  Dante  y  Tasso,
           charlaban  de  múltiples  temas  y  Polidori  ejerció  de  nurse  y  pediatra  del  pequeño
           William con gran alegría para Mary. La amistad de ambos se estrechó hasta el punto

           de que ella le llamaba «su hermano», mientras que él la encontraba fascinante, ya
           que, después de todo, era la hija de la famosa Mary Wollstonecraft y del «inmortal»
           filósofo William Godwin.

               Pero ¿fue todo tan plácido, tan convencional y, si se nos permite la expresión, tan
           aburrido, entre los miembros de aquella reunión excepcional, casi mítica? Sin duda
           no, aunque los propios interesados se esforzaron en ocultarlo, en destruir todas las
           pruebas.  Tal  y  como  lo  explica  el  especialista  británico  David Pirie     [20] :  «…  hasta

           fecha  muy  reciente,  los  relatos  de  lo  que  sucedió  en  Villa  Diodati  han  sufrido  la
           trivialización propia del siglo XIX (…) La imagen más extendida es la de una alegre
           vacación veraniega donde los invitados, en vista de que llovía, decidieron llevar a

           cabo un concurso de historias de fantasmas. Incluso el impresionante prólogo de La
           novia  de  Frankenstein  (Bride  of  Frankenstein,  James  Whale,  1935)  insiste  en
           perpetuar  el  mito  de  que  Diodati  era  un  rincón  delicioso,  (…)  donde  Mary
           acostumbraba a sorprender y divertir a sus invitados (…) En realidad, Diodati era un
           torbellino  de  emociones  de  tal  complejidad  que  ni  el  mejor  biógrafo  de  Shelley,

           Richard  Holmes  (un  apellido  muy  apropiado),  ha  conseguido  desentrañar  por
           completo.  Algunas  cosas  son  seguras:  Shelley  se  encontraba  en  un  estado  de



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