Page 119 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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LEYENDA DEL DTOS DEL MAR                                 123


     de esta composición. ¿Qué significa este Dios del Mar, p ijm , extraño al
     panteón egipcio,  que  se ve  aparecer súbitamente  hacia el  final del  siglo
     XIV, bajo la forma de un señor tirano que impone por la violencia su do­
     minio a las viejas divinidades egipcias? Su nombre,ym ,  es aquél por me­
     dio del cual se ha comenzado, desde la época de Amarna, a denominar al
     mar, hasta ahora llamado  Wid wr «El Gran Verde», y proviene evidente­
     mente de Asia, ya que el mar se llama y am (yam) en todas las lenguas semí­
     ticas.  Por  otra  parte,  los  egipcios  no  habrían  divinizado  jamás  al  mar

     —Hapy, el Nilo, les basta como dios de las  aguas—si sus vecinos  semíti­
     cos, y de forma más precisa los  fenicios, no les hubieran proporcionado
     el modelo.
        Un  poema  de  Ras  Shamra,  poco  más  o  menos  contemporáneo  de
     nuestro cuento egipcio, y del que M.  Ch. Virolleaud ha ofrecido recien­
     temente la  traducción y el comentario  (CR. Acad.  de I.  et B.-L·.,  1946,
     p. 498), muestra en efecto a Yam, el dios del mar, combatiendo con Baal,
     el  dios  de  la  tierra.  Tras  diversas  peripecias,  es  finalmente vencido  por
     este último. ¿El dios egipcio p i ym continuaría ejerciendo su tiranía hasta
     el final del relato? ¿No encontraría también un adversario de su talla, —a
     lo mejor Seth  (identificado a menudo con Baal), al que un  texto de  co­
     mienzos de la dinastía XVIII presenta justamente en disputa con el mar
     (w id m )-? Se trata de una hipótesis seductora y posible pero, en el esta­
     do en que se encuentra nuestro papiro, imposible de verificar (véase más
     adelante, p.  127, nota 39).
        Destaquemos en todo caso que piym  reaparecerá un siglo más tarde en
     el Cuento de los dos hermanos, y siempre igual de brutal: será él en efecto quien
     asaltará a la mujer de Bata y le arrancará un trenza de cabellos que llevará
     al faraón (véase más adelante, pp. 160-161). Se puede pues suponer que el
     Yam  fenicio  se introdujo  en  Egipto  al mismo  tiempo que  Astarté, Anat,
     Rechep, y que, si no era venerado como estas tres divinidades, al menos era
     bien conocido, como en su propio país, como un héroe de leyenda, muy
     apropiado para desempeñar un papel importante en un cuento popular.

                               Bibliografía

     - Manuscrito.  -  Fragmentos de un Ms.  sobre papiro  actualmente  en la
     colección  Pierpont  Morgan,  en  Nueva York.  Intacto,  este  Ms.  hubiera
     comprendido unas quince páginas en el recto y cinco o  seis en el verso,
     con una veintena de líneas cada una y midiendo alrededor de 0’30 m. de alto
     y de 0’27 m. a 0’32 m. de ancho; unas 8/10 partes del papiro han desapare­
     cido. Final de la dinastía XVIII (Horemheb)4.




        4 Cfr. las observaciones de G. Möller, en ZAS 56 (1920), p. 42.
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