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130| En el Jardín de la Sabiduría Capítulo Cuatro: El regalo de la vida
El trampolín
Asimismo, debemos tener en cuenta que la alegría que uno
siente al cumplir con un precepto es como un trampolín para
alcanzar todos los niveles espirituales. En ese sentido, una vez
le preguntaron al santo Ari cómo fue que alcanzó un nivel
espiritual tan exaltado y él respondió que fue únicamente en
virtud de la alegría con que cumplía los preceptos.
El Jida escribe que la recompensa que recibe la persona por la
alegría con que cumple un precepto es muchísimo más grande
que la recompensa que recibe por el cumplimiento mismo.
De este modo respondemos al interrogante que presenta el
Salmo: “Hashem, Tu bondad es tal que recompensas a cada
uno según sus actos (62:13)”. A primera vista, ¿dónde está la
bondad en el hecho de recompensar a cada persona según
sus actos? Parecería que esto es producto de un sentido de
justicia, no de bondad. ¿Cómo se explica esto?
A través de una analogía: en una fábrica hay una cierta
maquinaria que todo el que la activa recibe una recompensa;
digamos: 100 dólares por hora. En efecto, la persona que
activa la maquinaria, cada vez que lleva a cabo su tarea en
forma satisfactoria, recibe su recompensa: 100 dólares. Y da lo
mismo si esa persona está triste o contenta. Mientras lleve a
cabo su tarea, recibirá su recompensa, y no va a recibir ni un
centavo más, ya que se le paga por activar la maquinaria, no
por activarla con alegría. Del mismo modo, tampoco le restan
de su paga si realiza dicha tarea con tristeza. Lo que importa
es que active la maquinaria. Es muy simple: si la maquinaria
funcionó una hora, el obrero recibe cien dólares.
Ahora bien. En el caso de Hashem, no es así, porque cuando
la persona cumple un precepto con alegría, recibe una
bonificación muy grande. Tal es la compasión del Creador.
Ese es el significado del versículo: “Hashem, Tu compasión es
tal que recompensas a cada uno según sus actos…” - ¿a qué
se refiere con “sus actos”? Así como cumplió el precepto: si lo
hizo con alegría, va a recibir una bonificación, lo cual es sin
lugar a duda una muestra de compasión.
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Capítulo Cuatro: El regalo de la vida
| 143 momento a otro y de un día a otro. los innumerables cambios que se producen de un del Ari de bendita memoria, donde se describen a otra, tal como se explica en detalle en los escritos se parece a otro,
completamente diferente. Cuando uno trata de ir por un
camino que no es el suyo, no sólo que no llega a su propio
destino ni alcanza su propio objetivo sino que tampoco alcanza
el objetivo de la otra persona. Cuando uno se sale del camino,
se pierde completamente y sufre todo tipo de accidentes en
la vida, ya sea espirituales, emocionales o incluso físicos.
Ese es otro motivo por el cual no debemos envidiar a nadie
ni compararnos con nadie. Y por supuesto que no debemos
comparar a nuestro cónyuge con otras personas ni a nuestros
hijos con los hijos de otras personas y ni siquiera a un hijo con
otro. Las comparaciones son odiosas y producen un enorme
daño. Los padres deben recordar que cada uno de sus hijos
tiene una misión individual que llevar a cabo en este mundo
y que, por lo tanto, establecer comparaciones es tanto injusto
como cruel.
Es bueno que cada uno diga en su plegaria personal: “Yo creo
con emuná perfecta que estas deficiencias que tengo en mi
vida son lo mejor para mí y que este es el camino que Hashem
me puso en la vida. Y aunque los trenes de los demás vayan
volando y yo apenas avance a duras penas, no me importa.
Porque yo sé que este es mi trayecto y solamente de esta
manera podré alcanzar mi objetivo en esta vida”.
El decreto de los Sabios
¿Cuál es la diferencia, en realidad, entre el Sabiondo y el
Simple? ¿Por qué motivo el Sabiondo cada vez se complica y
se equivoca? De hecho, la vida del Simple es mucho más difícil
que la del Sabiondo, ya que el primero tenía una mente sin
demasiada complejidad, de nivel muy inferior. Y si el Simple
alcanzó con esa mente tan humilde la Verdad, entonces ¿cómo
es que el Sabiondo, que tenía una mente ágil y perspicaz, tenía
tantas dificultades?
De hecho, vemos que la caída del Sabiondo se debió más que
nada a que bajó de su nivel de emuná, por el hecho de haberse
atribuido el éxito a sí mismo. Por lo tanto, podemos decir que
empezar a hacer introspección si no se tiene emuná, y emuná tristeza y se va a alejar más de Hashem. Porque no se puede uno busca los defectos en su obra, entonces va a caer en la mejorar y corregir en el futuro. Per
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