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188| En el Jardín de la Sabiduría - 181 - Capítulo Seis: El encuentro defectos, porque vive la realidad de que “eso es asunto de él sabe ser feliz con lo que tiene también es feliz con todos sus Tal como explicamos en capítulos anteriores, aquel que y entonces sabe alegrarse con el éxito
Capítulo Cuatro: El regalo de la vida | 165
Muchos sabios Talmúdicos que aparecen mencionados en la no obstante, no era ningún tonto. Por el contrario: era una
Guemará se negaron a pronunciar siquiera una sola palabra persona muy realista y con los pies en la tierra. Además no era
que no hubieran oído de boca de sus maestros. Además, cada nada perezoso, porque vemos que trabajaba muchas horas,
vez que alguno de ellos presentaba alguna idea novedosa de la hasta tal punto que apenas si le quedaba tiempo para comer
Torá o de la ley, siempre se basaba en preceptos o precedentes un pedazo de pan, o sea que se esforzaba al máximo. Pero
que habían recibido de las generaciones precedentes. si el resultado no era el que deseaba, él de ninguna manera
estaba dispuesto a comparar su trabajo con el de los demás o a
Teniendo en cuenta todo esto, ¿cómo es posible concebir ponerse triste o deprimido, sino que estaba muy contento con
siquiera la idea de que alguien viva la vida yendo por rutas la obra de sus manos.
jamás transitadas, y en especial en el ámbito de la emuná?
Todo aquel que cuestione la veracidad o la relevancia de la Conviene estudiar a fondo este capítulo, pues contiene un
Torá debe preguntarse a sí mismo: “¿Acaso yo soy más sabio poderoso mensaje de fortalecimiento espiritual. Y el que lo
que Maimónides o que Yosef Karo, el autor del Shulján Aruj? haga y ore para alcanzar la verdad y la emuná verá que su
¿Acaso yo soy capaz de revivir a los muertos o de comprender vida se ha de convertir en un paraíso terrenal.
el lenguaje de las aves y los animales, como los santos sabios
de la Mishná?”. Y la respuesta es obviamente “no”. De ningún
modo. Y ellos, a pesar de su impresionante intelecto, no se
desviaron ni un milímetro ni a la derecha o a la izquierda
de lo que habían aprendido de las generaciones que les
antecedieron. ¿Cómo una simple persona puede pensar que
es capaz de decidir si va a observar o no va a observar los
preceptos de la Torá?
Todo aquel que contemple la cadena ininterrumpida de
tradición de la Torá con ojos abiertos y con objetividad
ciertamente ha de rechazar de plano semejante arrogancia y
necedad y llegará a la conclusión de que siempre debemos
seguir los pasos de los prodigiosos tzadikim de las generaciones
anteriores, que estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas
mismas a fin de observar y preservar aunque fuera el menor
precepto.
Por lo tanto, el Sabiondo no tenía ningún lugar donde alojarse
al llegar. Se hospedó en una posada pero sufrió mucho estando
allí, ya que la posada no era de su agrado. # Guemará) era capaz de revivir a un muerto. Sin embargo, (sabio Talmúdico mencionado en forma expresa en la No olvidemos que hasta el más insignificante amoraíta material, los antiguos veían declive espiritual. hoy en día. Allí donde los con
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Capítulo Seis: El encuentro | 185