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268| En el Jardín de la Sabiduría Capítulo Ocho: El declive del Sabiondo
habían hecho daño. Entonces ¿qué derecho tenían ellos a
hablar en su contra? El intendente no pudo soportar semejante
comportamiento y por lo tanto decidió utilizar los puños a fin
de impartirles una lección de ética.
La gente normal, como el intendente, por ejemplo, no puede
soportar ver u oír a la gente malvada burlándose de los
demás sin ningún motivo, lo cual es en sí mismo una terrible
transgresión de la Torá. Nuestros Sabios afirman que es mejor
que uno se arroje a un horno ardiente antes que humillar a
otra persona en público.
Los astutos, que eran ciegos a su propia necedad, siguieron
insistiendo en que tenían razón. Insultaban y se burlaban de
los demás, pero reaccionaron con indignación cuando los
golpearon, encogiéndose de hombros, fingiendo inocencia,
y preguntando, como si no lo supieran: “¿Qué fue lo que
hicimos mal?”.
La sociedad comete un terrible error al permitir la así llamada
“libertad de expresión” en nombre de la democracia. La gente
difunde chismes y mentiras a gran escala, escribiendo mal
de los demás y humillándolos en los medios sociales, a los
cuales tienen acceso millones de personas. Su pecado es por lo
tanto de proporciones astronómicas y van más allá de lo que
cualquier cerebro humano sea capaz de concebir.
Todo el que valore su propia vida en este mundo y en el
Venidero sencillamente se abstendrá de hablar o escribir mal
de cualquier otro ser humano.
La comunicación está diseñada para conectar a la gente. La
comunicación masiva, de la misma manera, está diseñada
para conectar a las masas. Pero en el momento en que la
comunicación masiva difunde odio y burlas, está perdiendo
su derecho moral a continuar existiendo y se transforma en
un medio de destrucción masiva, y en especial cuando se la
utiliza para desacreditar a todo un grupo étnico o ideológico.
| 261 se eleva en el área de santidad personal. eso, al seguir el consejo del tzadik, uno invariablemente que está conectado con algo puro, se vuelve puro. Por santo. La Mishná enseña (Tratado Kelim 12:2) que a
La verdad obliga
La voluntad de la persona es lo que establece el rumbo que
ha de tomar en la vida. Si quiere ser un hereje, entonces será
un hereje. Sabemos que cientos de personas de todo tipo de
religiones y de orígenes que han tenido experiencias de muerte
clínica han dado testimonio de que pasaron por un túnel
oscuro antes de ser abrazados por una luz blanca desbordante
de felicidad y amor que los acariciaba. ¿Cómo es posible que
los médicos y los investigadores sigan siendo ateos después
de escuchar testimonios semejantes? ¿No deberían reconocer
forzosamente, tanto desde un aspecto moral como intelectual,
la existencia de Dios y del Mundo Venidero? ¿Quién puede
negar la existencia de un alma inmortal y Divina después de
escuchar tantas historias de personas que cuentan acerca de sus
vidas anteriores? Sin embargo, sigue habiendo escépticos…
¿Por qué la gente no admite lo que es obvio? La respuesta es
muy simple: porque saben que si admiten la verdad, van a
verse obligados a terminar con ciertos hábitos y deseos físicos,
y no quieren de ninguna manera hacer algo así, y por eso
siguen negando la verdad.
La Torá nos manda observar el Shabat y comer alimentos
kasher. En términos simples: la persona que no quiere
renunciar a su partido de fútbol el sábado a la tarde o no
quiere dejar de comer hamburguesa con queso, lo que hace es
negar la Torá. Mucha gente se pregunta cómo es posible que
Esav haya vendido su primogenitura por un plato de lentejas
rojas, pero si nos fijamos bien, vamos a ver que muchísima
gente sigue haciendo precisamente eso incluso en nuestros
días.
Emuná al revés
La herejía es una “emuná al revés”, porque el hereje cree en su
propia ideología carente de emuná. Nadie puede demostrar
que Dios no existe. La gente resiste el concepto de Dios