Page 100 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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de tamaño casi natural, del siglo vn a.C., debidas a un artista oriental, halladas clandes­
        tinamente, y que pertenecieron a una pequeña tumba de cámara. Publicadas en 1999,
        hoy se hallan en Florencia (G. Colonna). En el siglo m a.C., Pisa entró en la órbita ro­
        mana, constituyéndose en una importante base que obstaculizó el avance de Aníbal.
            Un poco más al norte, la ciudad de Luca (Lucca) fue ocupada primero por ligu-
        res y luego por etruscos, éstos al menos desde el siglo v a.C., atraídos por los metales
        de las colinas al este de tal lugar. No lejos, Massarosa, un enclave en su origen de ca­
        bañas palafíticas, ha proporcionado fragmentos de cerámica etrusca, lo que eviden­
        cia su etrusquización.
            A tan sólo 3 km de Massarosa, y aunque en tiempos etruscos la zona del moder­
        no puerto de Viareggio fue insalubre por sus pantanos, se han descubierto restos ma­
        teriales de la presencia etrusca.
            Para Tito Livio (XLI,  13), el enclave de Luna (Luni), importante centro exporta­
        dor de mármol  en  tiempos  romanos,  conoció  ocupación etrusca.  Algunos  autores
        identifican dicho enclave con el puerto aludido por Estrabón (V, 2), autor que lo si­
        tuaba en el golfo de La Spezia.
           A lo largo de la Riviera francesa se han hallado muchos objetos etruscos, conec­
        tándose con la colonia focea de Massalia, fundada hacia el año 600 a.C. Ello eviden­
        cia la plena actividad económica etrusca por las costas de la Italia noroccidental.



        La  i s l a  d e  E lb a

            La isla de Elba (en griego Aithalia, en latín Uva), la principal del archipiélago tos-
        cano,  muy pronto  se  convirtió  en  uno  de  los  más  significativos  centros  mineros
        etruscos, sobre todo en la producción de hierro y de cobre, metales que tras recibir
        los primeros procesos de elaboración eran exportados a Populonia, de la que depen­
        dió la isla en muchas ocasiones, sobre todo a partir del siglo v a.C., después  de los
        ataques llevados a cabo por los siracusanos.
           El hierro de Elba fue resaltado unánimemente por varios escritores clásicos, en­
        tre ellos, Diodoro de Sicilia (V,  13), Virgilio (Am., X,  173-174), Estrabón (V, 2) y Pli­
        nio el Viejo (Nat. Hist., III, 81). Por su parte, Servio (AdAen., X, 174) no dudó en se­
        ñalar —en un deseo de magnificar la riqueza metalífera de la isla— que en Elba los
        filones mineros se regeneraban automáticamente. Su importancia minera fue tal que
        el mito  griego  llegó  a conectarla con los Argonautas,  quienes,  según Estrabón,  ha­
        brían llegado a fundar Porto Argo.
           Tuvo  también señalada  trascendencia en las  comunicaciones marítimas,  punto
        de contacto imprescindible en las travesías desde la península itálica a Cerdeña, Cór­
        cega, costas francesas y españolas. Habitada desde el Neolítico, Elba conocería una
        gran actividad ya a partir de la Edad del Bronce.
           Entre sus necrópolis sobresale la de Capoliveri, de época tardoetrusca. Junto a su
        enclave urbano —sin duda el más importante— también se habitaron los centros de
        Porto Azzano, Rio Marina, Madonna del Monte, Portoferraio, Marciana y Marina di
        Campo, que han facilitado restos arqueológicos desde la fase orientalizante hasta la
        dominación romana.






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