Page 102 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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se asentaban. Lo mismo cabe decir del sistema de centros urbanos secundarios, que
reproducían en buena parte los rasgos peculiares de las grandes ciudades.
Ante todo, debe decirse que fueron el lugar en donde los etruscos concentraron su
poder político y social (gobierno y palacios), manifestaron sus creencias religiosas (tem
plos y santuarios) y tributaron memoria a sus antepasados (necrópolis y tumbas).
Después de los primeros pasos de un urbanismo que podemos llamar «funcio
nal», evidente a partir del siglo vil a.C. (caso de Pian di Civita, cerca de Tarquinia, o
de San Giovenale en Viterbo), en las ciudades arcaicas, casi siempre edificadas sobre
colinas, no lejos de cursos de agua, y resultado en unos casos de sinecismos urbanos
elementales y en otros de nuclearización progresiva, los etruscos se vieron obligados
a adaptar su urbanismo a las líneas geomorfológicas del terreno, agrupando las vi
viendas de forma más o menos coherente —incluso con previsión de un futuro cre
cimiento urbano—, como se evidencia en la organización de la propia Roma, cohe
sionada ésta, urbanística y agrícolamente (los heredia romúleos de dos iugera), a partir
de los pequeños poblados existentes en sus colinas.
Quiere ello decir que, en principio, la estructura del terreno sobre el que se asen
taron las ciudades, escogido casi siempre por razones de seguridad y de defensa, fiie
prioritaria a cualquier otra consideración, incluida la religiosa, por otro lado muy im
portante. Así, al lado de ciudades de planta rectangular o cuadrada (Marzabotto, Ca
pua, Cosa, Falerii, Fiésole, Ruselas, Spina), existieron otras con planta oval (Populo
nia, Cortona), triangular (Sutri) e incluso totalmente irregular (Volterra, Veyes, Tar
quinia, Perugia).
El caso de Marzabotto
En las ciudades fundadas de nueva planta, las ventajas de un diseño bien estudia
do, después de las pertinentes ceremonias rituales, permitieron distribuir el espacio
urbano de modo racional, ubicándolo en una planta cuadrada o rectangular a seme
janza de un teórico templum celeste, planta atravesada por dos calles principales,
el decumanus y el cardo, sistema que luego adoptarían los romanos.
Un caso podría ser Spina, de planta ortogonal, de unas 6 ha de superficie, activa
entre los siglos vi y m a.C. Y otro, mucho más importante, Marzabotto, a 24 Ion al
sur de Bolonia. Este último enclave, levantado sobre una amplia llanura, llamada Pia
no di Misano, a finales del siglo vi a.C., y distribuido asimismo en plano ortogonal,
es similar a lo que luego sistematizaría el griego Hipódamos de Mileto.
La retícula urbana de Marzabotto —ciudad de la que ignoramos su nombre
etrusco, aunque se ha sugerido el de Cainua— está constituida por amplias calles
(plateai), una de ellas de 15 m de anchura, orientada norte-sur; y tres en sentido este-
oeste, junto a calles estrechas (stenopoi), de 5 m de anchura, formando una serie uni
forme de ocho barrios principales de cinco islas urbanas (insulae) rectangulares (stri
gae) para ubicar en ellas las viviendas —algunas de 600 m2—, los talleres artesanales
y las tiendas. Las indicadas islas vienen a tener una superficie de unos 280 m de lon
gitud x 60 m de anchura, según los casos.
Además del sector funcional urbano, Marzabotto contó con dos necrópolis y al
menos con cinco edificios de carácter sagrado —señalados por los etruscólogos con
las letras A, B, C, D, Y— en un espacio o acrópolis (arx) destinado a prácticas religio
sas, pero de los que desconocemos sus divinidades titulares. Uno de ellos, denomi-
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