Page 166 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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para sacar agua de los pozos o para transportarla, las hubo lisas y decoradas, abarcan­
        do en este caso una gran variedad temática.
           Ante la imposibilidad de recoger todas las que lo merecen por su importancia,
        bástenos citar las cuatro más significativas y más estudiadas: la sítula Benvenutti, la de
        la Certosa, la de Arnoaldi y la conocida como de Providence.
           La primera —la sítula Benvenutti—,  fechada hacia el año 600 a.C., presenta una
        decoración muy interesante, distribuida en tres registros en los que se figuran, respec­
        tivamente, una escena de banquete y juegos, una seriación de animales fantásticos y
        domésticos y un desfile de guerreros. Interesa el último registro, el del desfile de gue­
        rreros, en el cual aparece un hombre sentado tocando una trompeta, que está siendo
        amenazado por un guerrero.  Otro luchador de espaldas al anterior hace frente a un
        carro que es conducido por un hombre sin armas. Siguen después dos infantes con
        casco,  escudo circular y sendas lanzas, los cuales están arrastrando a un prisionero;
        tras ellos aparece otro infante que porta dos prisioneros más. La escena, que induda­
        blemente intenta presentar dos momentos distintos, alude a un combate militar y al
        final del mismo, con el regreso de los vencedores.
           La sítula della Certosa, localizada en una tumba de incineración de Bolonia, cons­
        tituye una verdadera joya de la broncística etrusca. Fechada a comienzos del siglo v a.C.,
        presenta cuatro registros historiados.
           En el primer registro superior aparece un desfile de cinco guerreros cuya marcha
        abren dos caballeros. Tras ellos se hallan otros ocho infantes idénticamente armados,
        si bien la tipología de los escudos es distinta —cuatro oblongos y cuatro redondos—, a
        los que sigue otra serie de cuatro infantes más. Cierran el desfile cuatro hombres ves­
        tidos con túnicas, tocados con pétasos y portando hachas al hombro.
           El segundo registro representa una procesión sacrificial que abre un hombre condu­
        ciendo un toro. Dicha procesión la cierra un animal, tal vez un perro, de arqueada cola.
        El siguiente registro se desarrolla en tomo a dos músicos recostados en un lecho. A un
        lado aparecen escenas campesinas (aquí está la primera representación de un arado etrus­
        co) y al otro escenas de caza. El cuarto y último registro está decorado con diversos ani­
        males fantásticos al paso. De la boca del cuarto de ellos sale una pierna humana.
           A diferencia de las dos anteriores, la sítula Arnoaldi está provista de asa. Presenta su
        superficie decorada con tres registros ornamentales, en los que se representan un com­
        bate de boxeo y una carrera de bigas, un desfile de hoplitas y un repertorio de animales.
            Respecto  a la carrera de bigas —registro  superior—,  hay que indicar que  todas
        ellas —hay cinco— son de idéntica factura:  carros de caja ligera y ruedas de cuatro
        radios. Los conductores visten larga túnica y bonete cónico. Azuzan con látigos a los
        veloces caballos. En uno de los carros van dos ocupantes.
            El registro central tiene como motivo un desfile de hoplitas. Lo abre un guerre­
        ro, con casco hemiesférico y escudo rectangular. Le siguen un caballero sin armas y
        ocho hoplitas armados cada uno con dos lanzas y protegidos con cascos y con escu­
        dos. Cierra el desfile un segundo caballero, pero en este caso armado.
            La parte inferior de la sítula presenta una serie de diez animales a la carrera, en su
        mayoría cérvidos.
            La cuarta sítula que  consideramos fue hallada en la Certosa (Bolonia) y hoy se
        conserva en Providence (Estados Unidos), localidad de la que ha tomado su nombre.
        Aunque fue estudiada con todo detalle por W. Lucke y H. Frey, no ha podido datar­
        se con seguridad (se postula el final del siglo vi a.C.), pues la pieza procedía del mun­
        do de los anticuarios.


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