Page 173 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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de Bon-Porté, estudiado por B. Liou y por J. P. Joncheray, se hallaron los restos de
una pequeña nave, con una eslora de 10 m.
Para proteger las naves comerciales pronto se construyeron naves de tipo militar,
especializadas también en actividades de remolcado en caso de necesidad. Estas na
ves, fabricadas con madera de pino, abeto, haya o encina, tenían forma alargada
(makrá naus) y se desplazaban a fuerza de remos, si bien tenían un mástil con una
vela auxiliar de forma cuadrangular para aprovechar, si se presentaba, el viento favo
rable. La proa fue variando con el tiempo: de una estructura de tajamar se pasó a for
mas más agudas para finalizar en espolón (akrostolion, rostrum), que se laminó en
bronce a partir del siglo vi a.C. y cuya utilidad militar fixe clave en la batalla de Ala
lia. Para Plinio el Viejo (Nat. Hist., VII, 209), el rostrum había sido una invención
etrusca, llevada a cabo por un tal Piseo (Piseus). Quizá las proas por su parte superior
adoptaban la forma de una testa de animal (ave, caballo, ariete, bovino); solían estar
pintadas con dos grandes ojos apotropaicos, según se sabe por las representaciones
que nos han llegado. Por su parte, las popas eran de estructura incurvada (áphlaston,
apiastrum), realzadas con adornos en forma geométrica.
Los etruscos pronto adoptaron las pentecónteras o naves largas, de origen griego,
provistas con un total de 50 remeros (25 por lado) y a las que aludió Tucídides
(VI, 103-124). Acondicionadas para pasajeros y carga —los focenses habían evacua
do Alalia en ellas—, podían ser empleadas en caso de guerra, pues también se solían
equipar con los terribles rostra. Asimismo, emplearon las trirremes, que copiaron de
los tiranos sicilianos luego de ser derrotados por ellos. Tenían unos 35 m de eslora
y 5 m de manga, con una tripulación que podía alcanzar los 200 hombres, además
de un pequeño contingente hoplítico de refuerzo. Por otro lado, sabemos por Dio
doro de Sicilia (XIV, 41; 42, 3; 44, 7) que Dionisio I el Viejo, tirano de Siracusa, en
su guerra del 398 a.C., contra cartagineses y etruscos, dispuso de naves de cuatro y
cinco órdenes de remeros (cuatrirremes y quinquerremes).
La navegación de cabotaje se hacía durante el día y en cortas etapas. Al atardecer
la nave era arrastrada a la costa, prefiriéndose vararla en las riberas de las lagunas cos
teras, abundantes en la Etruria de entonces, o en las bocas de los ríos. De útilísimo
interés para este asunto, a pesar de haberse compuesto, al parecer, en época del em
perador Caracalla (211-217), es un Itinerarium maritimum que enumeraba numerosas
positiones costeras entre el Portus Augusti (hoy Porto) —el puerto de Roma— y Macra
Fluvius (Foce del Magra) en una distancia de poco más de 429 Ion, que posibilitaban
atracar en 28 escalas. En el mismo se citan, entre otros, los puertos etruscos de Pyrgi,
Gravisca, Regae, Orbetello, Talamone, Populonia y Pisa. La distancia entre los puertos
citados viene a ser de entre 4,4 Ion, la más cercana, hasta los 53,2 Ion, la más lejana.
Representaciones de barcos
Gracias, sobre todo, a las pinturas presentes en la cerámica etrusca y en algunas
tumbas, conocemos numerosas representaciones de naves. Ante la imposibilidad de
recoger todo el material que presenta temática marinera, bástenos con citar algunas
de las piezas más importantes.
Se puede comenzar con una olla de Bisenzo (hoy en el Museo de Villa Giulia de
Roma), del año 700 a.C., cuya decoración, muy tosca, consiste en una nave provista
de un casco redondo y de una proa con prótomo de animal y dos remeros, además de
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