Page 270 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Industria maderera
La industria de la madera, suministrada por sus bien poblados bosques, se cen
tró sobre todo en la construcción de navios militares y comerciales, a los que, a la
calidad de sus maderas —robles y hayas de Volterra, abetos de Ruselas, Perugia y
Chiusi, pinos y abetos de Caere—, se añadía un perfecto acabado, lo que les per
mitió, junto a la pericia de sus marineros y hombres de empresa, competir inclu
so en los primeros siglos de su historia con griegos y cartagineses, hasta hacerse
dueños del mar.
Ni que decir tiene que la metalurgia exigió una gran cantidad de madera como
combustible, así como de carbón vegetal, precisándose —de acuerdo con las cifras
generales obtenidas por L. Horne y por G. Sperl para Etruria— un costo de 20 kg de
carbón vegetal o 140 kg de leña para obtener 1 kg de metal. En el caso de la obten
ción de metal siderúrgico bruto, el consumo de carbón o de leña se reducía conside
rablemente.
E l c o m e r c io
Al comienzo de la historia etrusca, el comercio, fundamentalmente de tipo inte
rior, se redujo al intercambio de materias primas y de unas cuantas manufacturas sin
que existiesen regulaciones comerciales de ningún tipo (mecanismo del don y con
tradon del denominado gift trade) y en el que los acuerdos o las rapiñas eran la mecá
nica usual para el acopio de determinados bienes que interesaban, sobre todo, a las
clases aristocráticas. Lo mismo cabe decir del incipiente comercio exterior, no orga
nizado y ya mantenido a finales de la Edad del Bronce, entre los siglos xm y xi a.C.,
deducible de unos pocos fragmentos de cerámica micénica hallados en Luni
sul Mignone, Monte Rovello, San Giovenale y Frattesina Polesine, enclave este en
conexión con la costa adriática.
Algo parecido realizarían los villanovianos, a finales del siglo ix a.C., al llegar a
las cercanas islas de Córcega y Cerdeña, así como al sur de Italia, siguiendo una na
vegación de cabotaje. Se ha de suponer que no sólo actuaron como comerciantes,
intercambiando excedentes, sino también como piratas, robando cuanto tenían
a mano, si la ocasión se presentaba.
Gracias a las influencias griegas —tras haberse establecido los eubeos en una pri
mera base comercial en la isla de Pitecusa (hoy Ischia)—, durante el siglo vil a.C., el
comercio marítimo etrusco se tornaría más regular, extendiendo sus productos por
todo el Mediterráneo, si bien los llevados hacia Oriente —básicamente metales— lo
serían por navegantes helenos más que etruscos.
Como contrapartida obtuvieron tridacnas, venidos del océano índico o del mar
Rojo, y que utilizaron como preciosos contenedores de cosméticos (bellísimo el
ejemplar de Vulci, hoy en el British Museum), y huevos de avestruz de África o Me
sopotamia, algunos decorados en origen (como uno de la Tomba di Iside de Vulci, del
siglo vil a.C., también guardado en Londres).
Numerosos objetos de fayenza (cuentas de collar, escarabeos, joyitas y recipien
tes) fueron importados de Egipto, como la sítula del faraón Bocchoris, del Museo
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