Page 40 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Que  sepamos,  no  existen  pruebas  concluyentes  de  una  emigración  en  masa  a
        Etruria ni desde Oriente (vía marítima) ni desde el norte (vía terrestre, a través de los
        Alpes) en torno al final del segundo milenio precristiano. Sí se produjo una fractura
        cultural de gran alcance, susceptible de observarse, arqueológicamente, en las nuevas
        costumbres funerarias (práctica de la incineración), cuyas tumbas se caracterizan por
        el empleo de urnas bicónicas de impasto (área de Bolonia), por urnas en forma de ca­
        baña (área del Lacio) y por ollas globulares (zona de Capua). También se evidencia
        en los progresos notables de la metalurgia y en los nuevos sistemas de vida articula­
        dos  en torno  a pequeños centros preurbanos, todo  ello  desarrollado entre los si­
        glos xi y ix a.C. y coincidente con el comienzo del primer saeculum etrusco.
           La homogeneidad cultural villanoviana, a partir del siglo ix a.C., comenzaría a di­
        sociarse y empezarían a aparecer variantes locales, auspiciadas por las primeras trans­
        formaciones sociales, basadas en las posibilidades económicas de las diferentes áreas
        y en los propios contextos étnico-culturales y políticos, abiertos a los cambios facili­
        tados por los estímulos comerciales del exterior.
           El núcleo de aquella compleja evolución debe buscarse en la Etruria meridional,
        cuyas  necrópolis pronto  evidenciarían la diferenciación  social y económica de  sus
        gentes. Nuevamente se produjo otra metamorfosis a finales del siglo v iii a.C., eviden­
        te en los ritos funerarios, al ser abandonada la práctica de la incineración y volver de
        nuevo a la inhumación. Ello coincidió con las primeras importaciones de vasos grie­
        gos y otros productos de fabricación oriental, fenicia y egipcia, que, junto a sus mer­
        caderes, originarían el período orientalizante.
           Tarquinia primero (la necrópolis villanoviana de Villa Bruschi Falgari ha permiti­
        do  detectar  los  primeros  signos  de  evolución  y  de  jerarquización)  y  luego  Caere
        emergieron como potencias etruscas, a las que pronto se sumarían Vulci y Veyes.
        Aumento demográfico, riqueza (agricultura, minerales), diferenciación social y eco­
        nómica (aristocracias arcaicas) y presencia de extranjeros (fundamentalmente griegos,
        deseosos de obtener metales etruscos) contribuirían al nacimiento de la Etruria histó­
        rica, cuyo mayor logro fue el transformar o crear enclaves urbanos, a modo de ver­
        daderas póleis que se sentían pertenecientes a una misma koiné, pero cada una con
        su propio  territorio y una  organización  de  gobierno  autónoma  e  independiente
        (M.  Grant).


        E l p e r ío d o   o r ie n t a l iz a n t e (770-535 a.C.)

           La zona costera italiana, entre la desembocadura de los ríos Arno y Tiber, fue una
        de las primeras áreas en recibir las nuevas corrientes orientalizantes que, traídas a ella
        por los griegos, no dudaron en aceptar, hecho que motivaría importantes consecuen­
        cias históricas, entre ellas, como se dijo, la creación del nomen etruscum y con ello la
        identidad de un nuevo pueblo histórico.
           A partir del siglo v iii a.C., el territorio de Etruria, todavía sin connotación de «te­
        rritorio  nacional»,  iba  a  conocer  un  despegue  demográfico  muy  considerable,  así
        como unos primeros contactos con un elevado número de productos foráneos, veni­
        dos de la cuenca oriental mediterránea, exigidos y deseados por la aristocracia genti­
        licia etrusca, y que eran resultado de un movimiento comercial importante, proyec­
        tado hacia tierras itálicas, cuyos recursos naturales eran apetecidos por eubeos, sirios
        y fenicios.


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