Page 41 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Por consiguiente, objetos egipcios, asirios, urarteos, sirios, fenicios y chipriotas
—pocos relativamente, pero de muy buena calidad— irían a servir, tras su utiliza
ción en la vida cotidiana, como ajuares funerarios de no pocas tumbas villanovia
nas. Lo mismo cabe decir de los productos cerámicos corintios, áticos y jónicos,
que muy pronto también serían aceptados por las élites aristocráticas villanovianas,
las cuales habían ido delimitando y potenciando numerosos enclaves urbanos, que
ya funcionaban con anterioridad, y desde donde comenzaron a desarrollar políti
cas localista.;.
Indudablemente, las citadas élites hubieron de agruparse en curias (de co-viria
= «colectivo de hombres»), controladoras de las familias que hemos de suponer
articuladas en diferentes responsabilidades dentro de sus estructuras (ancianos, gue
rreros, dirigentes religiosos, prestatarios de servicios). Prueba de ello son los restos de
sendas cabañas, halladas en Tarquinia y en Verucchio (Etruria padana), que por sus
dimensiones y material hallado hacen pensar en unas posibles sedes de una curia o,
quizá, incluso, de unas regiae.
Las élites, reguladoras también de los excedentes agrícolas y los recursos mineros,
al tiempo que acogían tales objetos también asumieron la ideología que los mismos
comportaban, transformando así su manera de sentir y abriendo el espíritu a las nue
vas corrientes. No menor fue el impacto que les causó la aceptación de la escritura,
la asunción de la vida ya prácticamente urbana, aunque continuada en enclaves de
fensivos, y de los nuevos planteamientos militares, lejanos ya de los más que presu
mibles «duelos heroicos» de la etapa anterior.
Estructuración social
La vida urbana se había podido desarrollar gracias al profundo cambio operado
en la arquitectura, la cual, desechando las formas caducas villanovianas (viviendas en
cabañas), se había decantado por construcciones mucho más sólidas, con cimientos
de piedra, paredes de adobes y coberturas de tejas. Incluso se llegaron a construir
mansiones señoriales, catalogadas por los etruscólogos como verdaderos «palacios»
(regiae), reflejo claro de la estructuración de la sociedad en clases.
De tales «palacios», los restos más significativos han aparecido en Murlo (en las
cercanías de Siena) y en Acquarossa, no lejos de Viterbo. Aquellos lugares pronto se
convirtieron en centros de dirección política, religiosa y económica, pasando sus
ocupantes a ser verdaderos reyezuelos locales, a modo de los basileis griegos.
También surgieron entonces la escultura y la pintura como «géneros» artísticos
monumentales, a expensas del influjo orientalizante (estatuas della Pietrera, de Vetu
lonia, pinturas de la tumba caeretana degli Animali dipinti).
Otro cambio fundamental del período orientalizante se produjo en el mundo fune
rario: las tumbas de fosa y de pozo serían sustituidas por las tumbas de cámara, en
unos casos excavadas, en otros construidas, cubiertas con imponentes túmulos, que
dando reservadas, por lo costoso de su construcción, a la aristocracia. Tumbas siem
pre repletas de material orientalizante, consistente sobre todo en cerámicas, collares,
pectorales, fíbulas, escudos y espadas.
Aquellas dos nuevas creaciones materiales —los «palacios» y las tumbas de cáma
ra— definían una clase superior, que descansaba en la gens y en su célula básica, la fa
milia, según demuestra la más primitiva epigrafía.
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