Page 46 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Ia Mater Matuta,  localizados  en  los  años  60  del  pasado  siglo  cerca  de  la  iglesia
         de Sant’Omobono. Al período de este rey pertenece uno de los más antiguos docu­
         mentos epigráficos latinos, el Lapis niger, en el que se alude, en un contexto religioso,
         a la figura del rex.  Servio Tulio acabó siendo asesinado por sus propios parientes (su
         hija Tulia la Mayor y su yerno Tarquinio), viéndose en tal hecho la reacción de la no­
         bleza de sangre, esto es, de las antiguas gentes que no aceptaron sus reformas censita-
         rias, basadas en la riqueza.
            Corroborando lo afirmado en su día por el emperador romano Claudio, que fue
         estudioso del mundo etrusco, el rey Servio Tulio debe ser identificado con el Macs-
         tarna etrusco (Macstma), que aparece en la Tomba Frangois de Vulci, verdadero condot-
         tiero que había conquistado Roma con la colaboración de los príncipes de Vulci, lla­
         mados  Celio y Aulo Vibenna (en  etrusco,  Caile  Vipinas y Avie  Vipinas),  conocidos
         tanto en fuentes etruscas como latinas y que habían acudido en un principio, como
         mercenarios, a servir a Tarquinio Prisco.
            He aquí parte de lo dicho por el citado emperador Claudio en su discurso al se­
         nado romano, del año 48, tendente a otorgar el ius honorum a los nobles galos de
         la  Gaüia  Comata,  recogido  in  extenso  en  la  denominada  Tabla  claudiana  de Lyon
         (CIL, XIII,  1668; H. Dessau, ILS, 212), descubierta en el siglo xvi en tal localidad
         francesa.

                    Si seguimos  los  [escritos]  etruscos,  Servio Tulio  fue  el camarada más leal,  en
                 otro tiempo, de Celio Vibenna y el compañero de todas sus desgracias. Después de
                 haber sido sacudido por la variable Fortuna, salió de Etruria con todo el resto del
                 ejército de Celio, y vino a ocupar el monte Celio, al que dio ese nombre como tri­
                 buto y recuerdo a su jefe Celio. Después, habiendo cambiado de nombre (porque
                 en etrusco se llamaba Mastarna), fue nombrado de la manera que he dicho, y here­
                 dó el reino para el máximo bien del Estado.

            Por otra parte, lo reflejado en imágenes en la aludida TombaFrangois fue ignorado
         por la historiografía oficial romana. Según estas pinturas, tras la victoria sobre un Tar­
         quinio y sus aliados etruscos, los hermanos Vibenna y Macstarna —éste identificado
         tradicionalmente con Servio Tulio— se apoderaron de Roma.
            De hecho, los episodios figurados pictóricamente en la precitada tumba, y que
         no coinciden con las fuentes históricas, han sido interpretados de varias maneras.
            Para Arnobio, escritor y teólogo latino de finales del siglo iii, Servio Tulio/Macs-
         tarna hubo de ser un esclavo de Celio Vibenna, opinión que puede aceptarse a la vis­
         ta del análisis lingüístico que M. Pallottino efectuó a propósito del nombre Macstar­
         na. Según tal etruscólogo, Macstarna es un vocablo conectado con el término latino
         magister («señor», «conductor», «maestro»). Sin embargo, en este caso no debe enten­
         derse en el sentido absoluto de «señor a esclavo», sino en un contexto de carácter mi­
         litar (como puede deducirse de la expresión magister equitum, por ejemplo). Si al mis­
         mo, una vez etrusquizado, se le añade el sufijo etrusco -na, adquiere un sentido de
         dependencia. Macstarna no es, pues, el equivalente de magister sin más («jefe»), sino
         que  equivale  a  «aquel  que  depende  del  magistep>.  Por  ello,  puede  concluirse  que
         Macstarna no fue el jefe de ninguna tropa, al menos al comienzo de sus hechos, se­
         gún D. Briquel. Su nombre indica una situación de subordinado respecto a Celio Vi­
         benna, identificado como el magister. Es decir, Servio Tulio fue un sodalis («compañe­
         ro», «camarada») de este último y no un «jefe», como acertadamente señaló el empe­
         rador Claudio en su discurso antes aludido.


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