Page 48 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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el Viejo  (Nat. Hist., XXXIV,  139), fue Porsenna quien expulsó a los Tarquinios y el
        que favoreció la creación de la República.
            En cambio,  el historiador romano Tito Livio  (II,  9) relata aquella conquista de
        modo muy diferente. Según tal autor, habrían sido los partidarios de Tarquinio quie­
        nes habrían pedido ayuda a Porsenna para restablecer en el trono a Tarquinio el So­
        berbio.
            La realidad  es  que  Porsenna no  hizo  lo  más  mínimo  por  ayudar  a Tarquinio,
        quien ya jamás volvería a Roma, pues hubo de exiliarse, como se ha dicho, primero
        a Caere o Tusculum y luego a Cumas, ciudad que le acogió y en la que acabó sus días
        (Dionisio de Halicarnaso, VII, 2 y 12).
            Porsenna, dueño de Roma (507 a.C.), tras las gestas heroicas de Horacio Cocles,
        C.  Mucio  Cordo «Escévola» y Clelia, impuso a sus  ciudadanos,  según unos,  duras
        condiciones;  según otros, les habría concedido la libertad (Tito Livio, II,  13, habla
        incluso  de una  estatua  que  se  le  dedicó  cerca  del  Senado).  Sea lo  que  fuere,  luego
        intentó extender su poderío no sólo por el Lacio, territorio que quería la independen­
        cia, sino también por Campania. Los latinos, ayudados por Aristodemo de Cumas,
        lograron derrotar a una coalición de etruscos, umbros y daunios ante las propias mu­
        rallas de Cumas (Crónica cumana recogida por Dionisio de Halicarnaso) y poco des­
        pués con el auxilio de los volscos al propio hijo de Porsenna, Arrunte (Anuns), en la
        batalla de Aricia, en el 504 a.C.,  en donde se le dio muerte.  Con ello se liberaba a
        Roma del control etrusco y Porsenna se veía obligado a retirarse a Etruria. Moriría tal
        vez en Chiusi, lugar en el que, según Varrón, se le construyó una magnífica tumba,
        dispuesta en su interior a modo de laberinto; por el exterior, las cuatro pirámides de
        sus dos pisos estaban coronadas con una gran pirámide central.



        «Post reges exactos»

           A continuación, y después de la expulsión de los reyes (post reges exactos),  los co­
        mitia centuriata romanos eligieron a dos cónsules: Bruto y Colatino (Tito Livio, I, 6)
        o Bruto y Horacio (Tito Livio, VII, 3). Se abría paso una nueva forma política de go­
        bierno, pero la expulsión de la dinastía etrusca no supuso la de los etruscos, cuya pre­
        sencia continuó —y muy activa— en Roma.
           El año de expulsión de la realeza, catalogado de annus mirabilis y fijado tradicio­
        nalmente en el 509 a.C., es susceptible de ser datado en otra fecha, si se atiende a tes­
        timonios arqueológicos y a determinados documentos. Para A. Alfóldi, lo sería en
        el 504 a.C., coincidiendo con la derrota de Arrunte en Aricia. E. Gjestard aún rebaja
        más la fecha, al fijarla en el 475, también antes de Cristo.



        L a  «Ro m a  e tr u s c a »
           Aunque el Lacio, en un principio, quedó relegado y en condiciones de inferiori­
        dad respecto a Etruria, las influencias tardovillanovianas y etruscas sobre tal región
        fueron muy notables, hasta el punto de no escapar las mismas a la tradición literaria,
        la cual se preocupó de recordar los contactos del rey de Alba Longa, llamado Amu­
        lio, con el rey de Veyes, Vel Vipel, también las relaciones conflictivas entre Veyes y
        Roma y la estancia de broncistas etruscos, llamados a Roma, en época del rey Numa.

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