Page 36 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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guna emigración, suceso que si se hubiera producido debería  haber quedado recogido,
         dada la importancia, sin duda, de la misma, en las fuentes históricas.
             He aquí uno de los pasajes (I, 28) de Dionisio de Halicarnaso sobre tal asunto:

                    Yo sé que también muchos otros historiadores han tratado este tema del origen
                 de los tirrenos, unos en los mismos términos y otros, cambiando el tipo de coloniza­
                 ción y época. Algunos dijeron que Tirreno era hijo de Heracles y de Onfale, la lidia;
                 y que, en cuanto llegó a Italia, expulsó a los pelasgos de sus ciudades, pero no de to­
                 das, sino de las que estaban al otro lado del Tiber, en la parte norte. En cambio, otros
                 explican que Tineno era hijo de Télefo y que vino a Italia después de la toma de Tro­
                 ya.  Pero Janto  el  lidio,  experto  en historia antigua como  ningún  otro,  considerado
                 como una autoridad sin competencia en la historia de su país, no nombra a Tirreno
                 en ninguna parte de su historia como jefe de los lidios, ni sabe de ninguna colonia de
                 menonios  que haya llegado  a Italia, y no hace ninguna mención de Tinenia como
                 fundación de los lidios, aunque presta atención a otras cosas más insignificantes.

            En otro de sus pasajes, después de haber analizado teorías de otros historiadores
         y de subrayar que pelasgos y tierrenos eran pueblos diferentes, dice (I, 30): «Es posi­
         ble que los que más se acerquen a la verdad sean los que declaran que este pueblo no
         vino de ningún sitio, sino que es autóctono, puesto que se nos revela como muy an­
         tiguo y no coincide ni en la lengua ni en la forma de vida con ningún otro pueblo.»
            Esta teoría, que no puede enfrentarse a algunas objeciones arqueológicas y cultu­
         rales, fue retomada por E. Meyer y aceptada por algunos autores modernos. Entre és­
         tos los hay con posiciones moderadas (F. Altheim), radicales (A. Trombetti, F. Ribezzo,
         G. Devoto, U. Antonielli), y razonadas (C. F. C. Hawkes), las cuales descansan en ela­
         boradas interpretaciones arqueológicas y lingüísticas.
            Según tales autores, podría decirse,  desde el punto de vista arqueológico, que a
         los inhumadores eneolíticos se les habrían superpuesto los protoitálicos incinerado­
         res (villanovianos), quienes, gracias a los influjos orientalizantes, habrían originado la
         cultura etrusca que seguiría practicando la inhumación. En tal caso, dicha cultura se
         habría debido a gentes políticamente ya constituidas y étnicamente definidas. Desde
         el punto de vista lingüístico (A. Trombetti), el pueblo etrusco sería el residuo de un
         antiguo sustrato preitálico (estrato tirrénico), afín a las lenguas egeo-anatólicas. Por lo
         tanto, los etruscos habrían sido una especie de isla étnico-lingüística, arrinconada ha­
         cia el oeste a causa de los invasores itálicos, pero que habría podido hacer frente a la
         lengua indoeuropea y a los pueblos que la hablaban.
            Esta teoría no tiene en cuenta para nada la serie de influencias europeas y orien­
         tales presentes en la cultura etrusca, que no pueden ser negadas.
            Como ha señalado J. Martínez-Pinna al comentar la teoría de la autoctonía, «la
         nación  etrusca hubo  de nacer finalmente  al reafirmarse los  elementos  originarios
         —entiéndase como tales el estrato lingüístico preindouropeo y el estrato itálico inhu­
         mante— bajo los impulsos culturales procedentes de Oriente».


         Enfoques modernos sobre el origen de los etruscos

            Las tres teorías expuestas manejan los datos de la tradición, de la arqueología y de la
         lingüística de modo parcial, de acuerdo con sus postulados e intereses —incluso de tipo
         político ya en la Antigüedad—, por lo que todas ellas dejan mucho por explicar.


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