Page 93 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Elsa, la ciudad se reforzó, a finales del siglo vi y durante el v a.C., con poderosas mu­
        rallas, de las que hoy permanecen en pie sus famosas «Puerta de Diana» y «Puerta del
        Arco», obra esta, sin embargo, reconstruida en el siglo ni a.C.
           Volterra contó con varias necrópolis en sus alrededores, pertenecientes tanto a las
        fases villanoviana (falta, sin embargo, la orientalizante) como a la arcaica, constitui­
        das por tumbas de pozo y de fosa, así como  de planta circular o cuadrada (Ripaie,
        Badia, Guerruccia, Portone). Algunos hipogeos (Grotta deiMarmini,  Tomba degli Ceic­
        na, Tomba Inghirami—ésta propiedad de la gens Atia—) han facilitado numeroso ma­
        terial, destacando sobre todo las urnas funerarias de alabastro, decoradas con temáti­
        ca mitológica griega, que constituyeron el producto artesanal más importante de la
        Volterra helenística. Importantes también son algunas necrópolis de esta última fase
        cultural,  como  las  de  Portone  —utilizada  desde  tiempos  villanovianos—,  Badia y
        Ulimeto.
           Su prestigio como ciudad —que contó con dos templos— lo alcanzó en el si­
        glo rv a.C.  al acoger a fugitivos que huían tanto de los romanos como de los galos
        que habían invadido amplias zonas del norte itálico. Volterra llegó a emitir tres series
        monetales de bronce y a controlar territorios que la conectaron con el mar,  siendo
        Cecina Vada, a unos 30 Ion de la costa, el puerto que ofrecería salida a sus productos
        a partir del siglo m a.C.
           Tras pactar con Roma, años después, en el 205 a.C., entregó a Escipión el Africa­
        no, para su flota, abundante cantidad de grano, así como cuadernas (interamenta). En
        el siglo i a.C. pasó definitivamente a poder de Roma, tras ser asediada durante dos
        años por el propio Sila,  quien hubo  de rendirla por el hambre en el año  80 a.C.
        A partir de entonces, convertido su territorio en ager publicus, inició su decadencia.
           Piezas arqueológicas famosas de Volterra son las estelas de Avile Tite y de Larth
        Tharnie,  ambas del siglo vi a.C., y la llamada «Testa Lorenzini», en mármol, del si­
        glo v a.C., una de las esculturas etruscas de mayor traza griega y que quizá pertene­
        ció a una estatua de Apolo.



        Fiésole

           Sita también en la Toscana, en la parte más septentrional de Etruria, Fiésole, con
        restos villanovianos, fue fundada por los etruscos en el siglo vi a.C., quienes le die­
        ron el nombre tal vez de  Visl o  Vipsul,  que los romanos convertirían en Faesulae en
        el año 80 a.C., cuando le concedieron el carácter de colonia.
           Levantada sobre una alta colina del Apenino, dominando los valles del Arno y
        del Mugnone, los  etruscos  se lanzaron,  a partir de  ella y a finales  del siglo vi a.C.,
        muy probablemente, a la conquista y colonización del valle del Po.
           Por su situación norteña, Fiésole fue siempre teir°no fronterizo, por lo que debió
        hacer frente a los ataques de los galos, para lo cual l· ubo de dotarse de sólidas mura­
        llas. Con motivo de la guerra del 225 a.C. contra tale  invasores, recordada por el his­
        toriador Polibio, dichas murallas hubieron de reforzarse. De las mismas han llegado
        algunos vestigios, así como también los restos de un pequeño templo etrusco, de tres
        cellae, sobre alto podio, obra del siglo m precristiano, y dedicado tal vez a una deidad
        salutífera, sobre el que se levantaría otro romano en época de Sila.
           Fiésole participó en la Guerra Social, luchando contra Roma. Sería conquistada
        y semidestruida por L. Catón en el 90 a.C. Partidaria de Mario, tras la victoria de Sila,

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