Page 91 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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cinerario, en piedra y en alabastro (magnífica la del Plutone que atesora el Museo de
Palermo), que con formas distintas perseguían la misma finalidad funeraria. Sus arte
sanos coroplásticos acabarían por elaborar extraordinarios sarcófagos de barro, como
los conocidísimos de Larthia Seianti y de Hanunia Seianti (siglos Ill-π a.C.), ejempla
res de gran valía artística.
Clusium, a comienzos del siglo iv a.C., fue atacada por los galos, si hacemos
caso de Tito Livio (V, 33) al narrarnos el episodio legendario de Arrunte (estudia
do modernamente por M. Sordi) y al que ya hicimos alusión. Asimismo, durante
aquel siglo conoció luchas —pues sus habitantes habían pactado con otras ciuda
des etruscas— que la obligaron a quedar inmersa en la órbita política de Roma,
si bien conservando durante un tiempo sus ordenanzas y cultura propias. Termi
naría siendo sometida por los romanos, que establecieron en ella una colonia
militar.
Cortona
La historia antigua de esta ciudad, llamada por los etruscos Curtun y por los
romanos Corito y Cortona, es poco conocida, pues sus orígenes están envueltos en
leyendas y tradiciones míticas. Para unos —por ejemplo Silio Itálico—, sería fun
dada sobre un elevado roquedo del valle del Chiana por Corito, el padre de Dár-
dano, fundador de Troya, de quien tomaría su nombre latino; para otros (caso de
Helánico), lo sería por el rey Nanas, héroe a veces identificado con el legendario
Ulises.
Fundada, sin embargo, por los umbros (Dionisio de Halicarnaso, I, 20) y con
quistada primero por los pelasgos y luego por los etruscos, las fuentes históricas seña
lan que en el siglo vil a.C. fue un potente centro etrusco, famoso por sus manufac
turas broncíneas (lampadarios, sobre todo). A finales del siglo iv a.C., y al decir de Tito
Livio (IX, 37), Cortona junto con Arezzo y Perugia, enfrentadas a Roma, constituyeron
las «tres capitales» más significativas de Etruiia. El propio Aníbal en el 217 a.C., aunque
ocupó su territorio tras la batalla del lago Trasimeno, no se lanzó a la conquista de
Cortona, dada su ventajosa posición geográfica y sus poderosas murallas ciclópeas
del siglo v a.C., reforzadas tiempo después por los romanos y de las que subsisten
bastantes restos.
La ciudad, que después de la llamada Guerra Social del 91-88 a.C. acabó siendo
municipio romano, fue muy similar en tejido urbano y fortificaciones a las demás ur
bes etruscas y contó con diferentes necrópolis en sus cercanías, como Camucia,
Sodo I y II y Piaggette, formadas por grandes túmulos —el de Camucia alcanza casi
los 200 m de circunferencia y los 70 de diámetro— con cámaras interiores, túmulos
denominados localmente meloni, en razón de su forma hemiesférica. En Piaggette,
y de fecha ya tardoetrusca (siglo II a.C.), hay que destacar las llamadas Tanella diPi-
tagora y Tanella Angori, tumbas de cámara con tambor circular externo de notable in
terés.
Cortona contó con un santuario extraurbano, en Campaccio.
El reciente hallazgo de la Tabula Cortonensis, excepcional documento epigráfico,
de naturaleza probablemente jurídica (siglos ili-π a.C.), hace de este enclave uno de
los más significativos, refrendado por los túmulos principescos que se acaban
de citar.
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