Page 287 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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quien lo adoptó como hijo el 4 d.C. Al año siguiente, Germánico se
        casaba con Agripina, hija de Agripa y de Julia, hija de Augusto.  Es,
        pues, un caso más de las tramas familiares de los Julio-Claudio, como
        fue la del propio Tiberio, hijo de Livia, casado en primer matrimonio
        con una hija de Agripa y, posteriormente, con Julia, viuda del mismo
        Agripa; su único hijo, Druso, llevó una vida paralela a la de Germáni­
        co. Con esos y otros cruces familiares análogos se daban las condicio­
        nes objetivas para que los historiadores antiguos presentaran el relato
        de los hechos históricos mezclado con cómodas explicaciones sobre
        rencillas, celos, envidias, traiciones u odios de familia.
           El cuadro que Tácito presenta de las relaciones entre Germánico y
        Tiberio está marcado por un crescendo de continuas insinuaciones ma­
        lévolas que van preparando al lector para que, ante el acontecimiento
        final,  la muerte  de  Germánico,  adquieran  fuerza las  sombras  sobre
        una posible responsabilidad de Tiberio en la misma.
           El mensaje de Tácito se resume en lo siguiente: Germánico era el
        modelo perfecto de buen príncipe, pues era un joven liberal, de admira­
        ble bondad, dispuesto a restablecer la libertad republicana (Ann., I, 33),
        con experiencia administrativa y buen militar (Ann,, 1,7), pius con su pa­
        dre Druso, leal (Ann., I, 34) y equilibrado en su vida familiar por su fe­
        liz matrimonio con Agripina, esposa fiel y madre de nueve hijos. A las
        virtudes de Germánico se oponían los defectos y vicios de Tiberio, arro­
        gante y sombrío (Ann., I, 33), cruel y despiadado como para comenzar
        el gobierno con el asesinato de Agripa Postumo (Ann., I, 6) —por más
        que no sea clara su responsabilidad en el mismo—, vacilante y taimado
        (Ann., 1,7), desconfiado (Ann., 1,12), impío con su madre Livia a la que
        tanto debía (Ann., 1,14), envidioso por los éxitos militares de Germáni­
        co (Ann., I, 52) y resentido por el fracaso de su vida personal al verse
        obligado a separarse de la mujer que quería, Vipsania, para casarse con
       Julia, la hija de Augusto, ya viuda por segunda vez e infiel a Tiberio.
           No es extraño que esos y otros componentes hayan servido para es­
        cribir biografías sobre Tiberio, incluso con la carga iiteraria de la orien­
        tación psicológica: nuestro Gregorio Marañón y recientemente Seager
        son dos buenos testimonios de ello2.  Con frecuencia, tales biografías
        no analizan al Tiberio real, sino más bien a la imagen de Tiberio que
        algunos autores antiguos construyeron a partir de la incorporación de
        relatos de la oposición senatorial junto a otras versiones más objetivas3.


          2  G. Marañón, 1963; R. Seager,  1972.
          3  Para comprender las fuentes de Tácito, hemos seguido el texto y el comentario de
        E. Kostermann, 1963-1968 y 1971. Sabemos igualmente que Suetonio estuvo muy preo­

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