Page 292 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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Suetonio (Tiber., XXIV) justifica el aparente retraso en la sucesión
       formal de Augusto por Tiberio con acusaciones de comportarse como
       un comediante al aparentar que no tenía aspiraciones al gobierno de
       Roma y al rechazar títulos y honores que le ofrecían los senadores24.
       Y deja suponer que mantenía tal actitud por miedo. Tácito (Ann., I, 7)
       no es menos benigno al decir que, a raíz de la muerte de Augusto, «en
       Roma, cónsules, senadores y caballeros corrieron a convertirse en sier­
       vos (de Tiberio)». Y muchos historiadores modernos han aceptado fá­
       cilmente esta línea argumental25.
          El  comportamiento  de  magistrados y miembros  de  los  órdenes
       puede  explicarse  bien por la práctica  del juramento  de  fidelidad  al
       nuevo gobernante, además de que podía deberse también a un since­
       ro y profundo interés de la mayoría de ellos porque las cosas siguieran
       como estaban. Y no es de extrañar que pocos añoraran el gobierno re­
       publicano, pues, a la muerte de Augusto y en palabras del propio Tá­
       cito, «los más jóvenes habían nacido después de la victoria de Accio y
       los más viejos en medio de las guerras civiles: ¿cuántos romanos que­
       daban que hubieran visto la República?» (Ann., I, 3).
          Decidir con  el  senado  sobre  las  disposiciones  testamentarias  de
       Augusto que dejaban a Tiberio y a Livia como herederos principales,
       así como sobre la forma de celebración de los funerales y sobre los ho­
       nores que debían atribuirse al difunto (Tác., Ann., I, 7-8) y el retraso
       necesario por el luto, iustitium26, eran razones suficientes para explicar
       el supuesto retraso en llevar a cabo la formalidad del acto de sucesión
       oficial. El poder estaba en manos de Tiberio desde su imperium maius
       y su potestas tribunicia, renovados el año anterior a la muerte de Augus­
       to. Más aún, el propio Tácito reconoce que, una vez que Tiberio reci­
       bió el juramento de fidelidad de los cónsules, de los demás magistra­
       dos, del senado, del ejército y del pueblo, emitió un edicto en el que
       manifestaba que los cometidos más urgentes eran consultar sobre los
       honores que se debían tributar a su padre y respetar el luto y que en­
       vió cartas a los ejércitos en las que «dejaba claro que se había conver­
       tido en príncipe» (Tác., Ann., I, 7,2-5).
          Además de las razones antes expuestas que justificarían bien la for­



         24  Y ciertamente Tiberio rechazó inicialmente el título de pater patriae (Tác., Ann.,
       I, 72) que no aceptó hasta el año 19 (Tác., Ann., II, 87).
         25  Así, el propio P. Petit,  1969a, 70-71.
         26  El iustitium vinculado  a un miembro de la familia imperial está indicado en va­
       rios autores: así, Tac., Ann., I, 6, 2; Amm., 19,  1,  10; cfr. «Iustitium» en D. E., 4,1942,
       314 y s. y J. Arce,  1988.

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