Page 295 - Alvar, J. & Blázquez, J. M.ª (eds.) - Héroes y antihéroes en la Antigüedad clásica
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to. Tiberio y Germánico no son, pues, dos casos opuestos ni en la
disputa por la sucesión de Augusto ni en el modelo social o político
seguido.
3) Hay tres situaciones de la política exterior de Roma en las que
la historiografía antigua ha silenciado explicaciones o bien ha echado
sombras sobre las relaciones entre Tiberio y Germánico: el momento
de la sedición de las legiones de Germania, el viaje de Germánico a
Egipto y la propia muerte de Germánico.
Tácito, que nos relata con abundantes detalles la sedición de las le
giones de Panonia (Ann., 1,16-30) y la paralela de las legiones de Ger
mania (Ann., I, 31-71), es objetivo al reconocer que los motivos del
descontento de los soldados se habían ido generando en los últimos
años del gobierno de Augusto. Los sediciosos no protestaban contra
el nuevo emperador ni apoyaban a otro distinto, ni siquiera a Germá
nico, sino que buscaban mejorar sus condiciones de vida en la milicia,
así como las que debían recibir en el momento de su licencia32. Si
Druso, el hijo de Tiberio, recibió sólo una ovatio por haber aplacado
en poco tiempo a las legiones de Panonia (Tác., Ann., I, 30), mientras
Germánico recibió los honores superiores del triumphus, aún sin haber
completado la tarea de apaciguamiento de las legiones de Germania
(Tác., Ann., I, 55,1), no se debe entender que Tiberio y el senado dis
criminaran en favor de Germánico: Druso sólo se enfrentó a proble
mas internos de sus propias legiones mientras Germánico tomó la ini
ciativa de una guerra contra los germanos como medio de poder cohe
sionar más a sus tropas y para que lavaran sus propios crímenes con el
derramamiento de sangre de los bárbaros; sólo cuadraba el triunfo en
una guerra contra un enemigo exterior.
Desde el desastre de las legiones de Varo en el año 9 d.C., Roma
había decidido fijar la frontera en el Rhin. La campaña de Germánico,
sin previa declaración de guerra y cruzando la frontera renana en per
secución de germanos, no es un modelo de respeto al antiguo derecho
de gentes ni a la política fijada por Augusto. He aquí un testimonio de
su comportamiento: «El César dispuso sus ávidas legiones en cuatro
cuñas con el fin de que fuera más amplia la devastación; saquea un te
rritorio de cincuenta millas a sangre y fuego. No se respetaron ni el
sexo ni la edad; las construcciones civiles como las sagradas incluyen
do el templo de Tanfana, el más respetado por aquellos pueblos, que
daron arrasadas» (Tác., Ann., I, 51). La expedición, que no terminó
32 Sobre la revuelta de las legiones de Germania, véase D. Timpe, 1968.
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