Page 122 - Guerra de las Galias [Colección Gredos Bilingüe] I-II-III
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pugnatum  est;  at  Germani,  celeriter  ex  consuetudine
        sua  phalange*  facta,  impetus  gladiorum  exceperunt.
        (5)  Reperti  sunt  complures  nostri  milites  qui  in  pha­
        langas insilirent et scuta manibus revellerent et desuper
        vulnerarent.  (6)  Cum  hostium  acies*  a  sinistro  cornu
        pulsa  atque  in  fugam  coniecta  esset,  a  dextro  cornu
        vehementer multitudine suorum nostram aciem preme­
        bant.  (7)  Id  cum animadvertisset  Publius  Crassus  adu­
        lescens,  qui  equitatui*  praeerat,  quod  expeditior  erat
        quam ii  qui inter aciem versabantur,  tertiam  aciem  la­
        borantibus  nostris  subsidio misit.
           LUI.  (1)  Ita  proelium  restitutum  est  atque  omnes
        hostes  terga  verterunt  neque  prius  fugere  destiterunt
         quam  ad  flumen  Rhenum,  milia  passuum*  ex  eo  loco
        circiter  quinque,  pervenerunt.  (2)  Ibi  perpauci  aut,  vi­
        ribus  confisi,  tranare contenderunt aut, lintribus  inven­
         tis,  sibi  salutem  repererunt;  (3)  in  his  fuit  Ariovistus,
         qui naviculam  deligatam  ad ripam nactus, ea profugit;
         reliquos  omnes,  equitatu*  consecuti,  nostri  interfece­
         runt.  (4)  Duae  fuerunt  Ariovisti  uxores,  una  Sueba na-


         las  espadas.  Pero  los  germanos,  formando  rápidamente  la  falange,  según
         su  costumbre,  resistieron  los  golpes  de  las  espadas.  (5)  Hubo  muchos  de
         nuestros  soldados  que,  saltando  sobre  las  falanges  de  los  enemigos,  les
         arrancaron  los  escudos  con  las  manos  y  los  hirieron  desde  arriba.  (6)  Ha­
         biendo  sido  derrotada  y  puesta  en  fuga  la  formación  enemiga  en  su  ala
         izquierda,  por  la  derecha  ponían  en  gran  aprieto  a  los  nuestros  con  el
         gran  número  de  los  suyos.  (7)  Advirtiendo  esto  Publio  Craso  el  joven,
         que  mandaba  la  caballería,  estando  él  más  holgado  que  los  que  se  halla­
         ban  empeñados  en  la  lucha,  envió  el  tercer  escuadrón  en  socorro  de
         aquellos  de  los  nuestros  que  peligraban.
           LUI.  Así  se  restableció  la  batalla  y  todos  los  enemigos  volvieron  las
         espaldas,  sin  dejar  de  huir  hasta  que  llegaron  al  Rin,  que  distaba  de  allí
         unos  cinco mil  pasos.  (2)  Muy pocos  fueron  los  que  allí  pudieron  ponerse
         a  salvo,  unos  a  nado  y  otros  en  chalupas  que  encontraron;  (3)  uno  de
         éstos  fue  Ariovisto,  que,  encontrando  una  barca  amarrada  a  la  orilla
         del  río,  huyó  en  ella;  a  todos  los  demás  dieron  muerte  los  nuestros,
         habiéndoles  dado  alcance  con  la  caballería.  (4)  Dos  fueron  las  mujeres
         de  Ariovisto;  una  de  nación  sueva,  que  había traído  consigo  de  su  tierra;
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