Page 101 - ¿Y si quedamos como amigos?
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línea de meta no me aguardaba un trofeo… sino Macallan.
Me faltaba el aliento cuando llamé a su puerta. Me daba igual apestar a sudor o que
me tomaran por loco.
Lo que estaba a punto de hacer era una locura.
Lo que estaba a punto de hacer lo cambiaría todo.
Sin embargo, no podía seguir callado. La verdad que llevaba dentro la estaba
alejando de mí.
Había llegado la hora de dejarme de tonterías y dar la cara.
—Oh, hola, Levi —me recibió el señor Dietz en la puerta. No parecía muy contento
de verme.
—Hola, señor Dietz. ¿Puedo hablar con Macallan, por favor? —apenas reconocía mi
propia voz, de tan suplicante como sonaba.
Él suspiró, pero abrió la puerta.
—Está en la parte de atrás.
Crucé la casa y saludé a Adam, que me miró sin inmutarse. Jamás lo había visto tan
serio. En aquel momento, comprendí que había metido la pata hasta el fondo. Me dirigí
hacia la puerta de la terraza. Macallan estaba sentada en los escalones que conducían al
jardín trasero. Casi se me rompe el corazón cuando vi un montón de pañuelos arrugados
a su lado. Empujé la puerta de vidrio. Su padre me indicó que no la cerrara.
—Levi está aquí —anunció. Ella se dio la vuelta y vi sus ojos enrojecidos—. ¿Te
parece bien, Calley?
Nunca había oído a su padre llamarla de un modo que no fuera Macallan. Aquello
era peor de lo que pensaba.
Ella asintió con un cabeceo casi imperceptible.
Entonces oí la voz de Adam.
—Me voy a quedar aquí de pie por si necesitas algo. Lo que sea.
Asintió en mi dirección con gravedad, como informándome de que me derribaría sin
dudarlo si le daba motivos.
La lealtad de Adam aún dejaba más en evidencia mi traición. Jamás me había sentido
tan avergonzado de mí mismo.
—Hola —dije acomodándome a su lado con suavidad—. Sé que te he dicho esto muy
a menudo últimamente, pero lo siento. Me he portado como un idiota integral. Estaba
muy confundido respecto a muchas cosas y quería sentirme uno más, pero ahora me doy
cuenta de que nada de eso importa, nada de todo eso es importante. O sea, sólo me
importas tú.
Nunca me había declarado a nadie, pero comprendí que lo estaba haciendo fatal.
—Estaba muy enojado porque, creo, o sea, sé, bueno, que estoy sintiendo algo. O
sea, sabes, no sólo sintiendo algo sino… Deja que vuelva a empezar.
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