Page 105 - ¿Y si quedamos como amigos?
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CAPÍTULO ONCE
Tuve mucho tiempo para meditar acerca de qué era de lo que pretendía escapar en
realidad. Un viaje de dos horas al aeropuerto O’Hare con mi papá y el tío Adam. El
enlace a Boston. El largo vuelo al aeropuerto Shannon. Y luego el viaje a Dingle con
mis abuelos.
En algún momento dejé de calcular qué hora sería en casa y empecé a concentrarme
en lo que me aguardaba en Irlanda.
Que no era gran cosa.
Me encanta ver a mis abuelos, pero Dingle es un pueblo minúsculo. Sólo les había
visitado una vez, hacía años. Mi mamá y yo viajamos juntas dos veranos antes de que…
En aquel entonces, mis abuelos aún vivían y trabajaban en Limerick. Luego decidieron
retirarse y se fueron a vivir a aquel pueblecito de pescadores.
Mi abuela encontró un trabajo de media jornada en la oficina de información
turística, mientras que mi abuelo se puso a escribir un libro sobre los orígenes de
famosas canciones tradicionales irlandesas. Mi abuela decía que aquélla era la típica
excusa irlandesa para largarse por las noches a escuchar música en las tabernas. Yo
siempre me reía cuando la abuela se burlaba de las costumbres de su marido, porque
ella, a medida que pasaba el tiempo, parecía cada vez más irlandesa.
Una de las cosas que más me gustaban de mis abuelos era su historia. Se conocieron
en Madison, cuando entraron a la universidad. Mi abuelo dice que se enamoró de ella
en cuanto la vio al otro lado del claustro durante la visita preliminar. Aquel día, no se
atrevió a hablar con ella. Se pasó todo el fin de semana dándole vueltas. El lunes
siguiente, entró en el salón y la vio sentada junto al único asiento vacío del aula. Se
acercó y le dijo que era la mujer más hermosa que había visto en su vida. Luego, el
profesor empezó la clase. El abuelo dice que se pasó toda la hora casi sin poder
respirar, sobre todo cuando se dio cuenta de que se había equivocado de salón. En vez
de marcharse, esperó a que terminara la lección. Él pensó que la abuela estaba tomando
apuntes, pero mi abuela, en realidad, le estaba escribiendo una carta, porque también se
había fijado en él. Leyeron la carta el día de su boda, que celebraron después de
graduarse.
Yo tenía la sensación de que todo el mundo debería enamorarse así. De flechazo.
Así que mis abuelos se quedaron en los Estados Unidos, donde nació mi mamá. Sin
embargo, cuando yo era pequeña, le ofrecieron a mi abuelo un trabajo de profesor en
Irlanda. De modo que se marcharon, aunque nos visitaban cada verano.
Ahora era yo la que los visitaba. Apenas si sabían qué hacer conmigo.
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